sábado

Cara a Cara con Maria Rosa Arancedo


Cara a cara

LOS CUENTOS DE BOCHA

Entrevista a Bocha Arancedo, maestra, escritora, historiadora de Madariaga.

“Doña Martina Rospide opinaba que las mujeres ahora venían muy flojas. Ella con sus 86 años acuesta recordaba que para el parto de uno de sus hijos, ante la primera señal, se apuró en la quinta para plantar 200 cebollines que tenía preparados, no era cuestión de perderlos...”

Esto escribe una de las personas más queridas en Madariaga. Su nombre es María Rosa Arancedo, más conocida como Bocha. Para decir quién es, que hace y que piensa, tendremos que remontarnos a 75 años atrás...

Bocha es hija de Alberto Arancedo y Rosa Eyras, conocida como Quita. Su mamá trabajaba con sus padres y sus hermanos en la primera panadería mecánica que se instaló en Madariaga, en el año 1908. Su madre pertenecía a una familia de ocho hermanas mujeres y cuatro varones. Todos trabajaban en la panadería y su madre, al ser una de las más chicas, le tocaba estar en el mostrador.

Su padre Alberto, no era de Madariaga, el vino de Buenos Aires de una casa de consignatario y hacienda, ya que un tío que tenía una estancia, precisaba un escribiente. “En aquella época a la gente que no había ido a la universidad, pero había ido más que la escuela primaria se le llamaba escribiente, porque los libros se hacían a mano. Había que hacer una especial caligrafía, buena ortografía.” Al instalarse en Madariaga conoce a su mamá que dicen que era muy bonita.

Al principio, alquilan una casita en Madariaga, que aún está. Al poco tiempo de nacer Bocha, el mismo patrón que lo había tomado de escribiente, le ofrece ir a una estancia porque necesitaba un administrador. “Mi padre de campo no sabía nada, pero era el año 1932 y habían comenzado los impuestos, las leyes, los problemas agropecuarios con las autoridades del agro, porque exigían que había que presentar señales, marcas. Los campos estaban todos alambrados, había que tener peonada inscripta, con documentación. Se empezó a reglamentar.” Así es como se fueron a vivir al campo y la suerte quiso que sea casi a la costa, a un campo cercano al Faro Punta Médano. La estancia se llamaba “El Centinela” y era de los Cobo, pioneros en la costa. Melón Gil arrendó la estancia conservándole el nombre y allí fueron a trabajar.

Al poco tiempo nacería su hermano y allí estaría Bocha hasta que tuviera doce años. “Mi infancia, lo que marca la vida, la escuela primaria, el carácter, la forma de vida, yo me formé en el campo.”

Esas eran épocas muy diferentes a las de ahora, hasta en lo más simple. Para bañarse había que hacer una fogata y calentar el agua. “nos bañábamos una vez por semana. Mi mamá decía se lavan ‘los bajos’. ‘Los bajos’ eran debajo de los brazos, debajo de la cola y los pies. Los bajos”

En el campo no había escuelas, por eso dice Bocha que fueron niños muy solitarios. El patrón les pagaba una maestra privada y les daba clases a ellos y a los niños de los puestos que querían. “Era una estancia grande donde había sesenta peones, todos hombres y chicos muchos, porque en cada puesto había ocho o diez. Lo que ocurre es que todos no venían, porque los chiquitos en el campo, en esa época, desde los seis años trabajaban. Tenían unas manos como de ordeñar, de andar con las vacas. Eran niñitos totalmente de trabajo. Y a veces del hogar mandaban uno o dos, nunca las chicas. Porque las mujeres para qué decían en esa época.”

Ellos tuvieron tres maestras privadas. A fin de año iban hasta Madariaga a rendir exámen para poder aprobar el grado, para que les diera un certificado oficial.

El primer gran cambio

Después de diez años nació otra hermanita y como su padre se enfermó volvieron a vivir a Madariaga. Bocha tenía doce años y volvió a hacer el último año allí para tener su título oficial porque “mamá, no papá, manifestó que yo iría a la escuela secundaria. Cosa que a mí me parecía un horror ya que acá no había, te tenías que ir a Buenos Aires.”

Así es que con trece años Bocha con su hermano van a Buenos Aires, allí tenían los parientes que contrataron a su papá para escribiente. Su hermano fue a un colegio de curas y ella a uno de monjas, ambos pupilos, por lo que venían sólo en el verano y en vacaciones de invierno.

“Yo di un vuelco en la vida. Yo no sabía lo que era ponerse una pollera. Yo usaba bota y bombacha, gorra en la cabeza, igual que los varones. Yo no podía creer lo que era Buenos Aires, la relación de las personas. Yo escribía, porque en aquella época tampoco había teléfono. Yo le escribía las cartas a mamá y ella las guardaba porque eran como una historia. Cómo hago ahora con lo cuentos. El hecho ocurrido pero siempre atrás había una moraleja, una reflexión. No era sólo contar. Yo le decía ‘¿podés creer mamá que tengo una compañera de colegio que tiene un vestido negro?’ Porque para acá el negro era de luto y eran chicas de quince años que eran monísimas, yo no lo podía creer. Ellas iban a la peluquería, nosotros no sabíamos que era eso ¡Había chicas que fumaban! Yo no sabía lo que era decir un piropo de una mujer a otra. Me decía ‘que pelo lindo’, ‘que linda sos' y yo me quedaba. Eso no nos enseñaban a nosotros. En nuestro ambiente se nos enseñaban a estar sano, fuerte, lúcido, decidido. Decían ‘es buena pa’ lo que la pongan’. Tenía que saber coser, tejer, ser fuerte de ancas, había que bancarse la vida de campo.

En mi colegio había chicas que eran artistas como Teresa Blasco, estaba la hija de Niní Marshall, Angelita. Había pupilas de todo el país, pupilas de la patagonia. Con ellas todavía me escribo.

Se me abrió un mundo totalmente desconocido para mí, pero lo aprendí pronto. Una profesora que tuve me escribió una nota cuando me recibí. Ahí pone que llegué como diputada del interior y salí con barra totalmente adicta. Así fue, yo contaba de Madariaga y la gente no sabía lo que era una vaca y yo no sabía lo que era un ascensor, un subterráneo. Fue como un choque de dos cosas a las que no sé como pero me integré.

Yo, como era criada en el campo, pensaba que el mundo se terminaba ahí nomás. Como digo en el prólogo de uno de mis libros, yo pensaba que el mundo era verde y celeste y donde se juntaba se terminaba el mundo.”

Dentro del colegio había unas monjas jóvenes que iban a prepararse a un Instituto de Cultura Superior, que era como una universidad. “Y nosotros a veces acompañábamos a una monja, que estudiaban sociología. A mí me encantaba y en vez de quedarnos afuera, participábamos de las clases. Empecé a conocer lo que era la Universidad y me fascinó. Hice esos tres años de oyente de Sociología y me abrió un poco la cabeza para esto de la escritura.

Un día de buenas a primeras me gustó mucho; y me gustó tanto, que yo le dije a mi papá que yo me recibía y quería ir a la universidad. Y él me dijo que si yo rendía, que él, que era una persona muy enferma, tenía muy mala salud, si el tenía económicamente como que yo iría a la universidad.” Bocha se preparó, rindió y entró a la facultad de arquitectura. “Me gustaba el diseño, me gustaba la decoración, me gustaba las casas.” Pero hubo otro gran cambio en su vida.

“Para ser docente eran cinco años, pero a mí me tocó un año experimento que fueron seis. Me quedé siete años en total en Buenos Aires y con tanta mala suerte que el día que nos recibimos, un 30 de noviembre, ese día tuvo un ataque mi papá y falleció a los 41 años. El mismo día. Después de tanto sacrificio no nos vio recibidos.”

Bocha tenía 19 años, su madre se había quedado viuda, había comprado una casa en Madariaga. “Yo ya había rendido bien el ingreso, pero tenía que ir en marzo. Pero como nos vinimos a Madariaga y mi mamá quedo sola ella dijo que dos no podía mandar, uno sólo. Y por supuesto, sin ningún resentimiento dije ‘sí, que vaya el varón’. Porque era varón, era así. Mi mamá me decía ‘vos total el año que viene te casás, vos ya sos maestra. Quiero que esté cerca de mí.’ Y me pareció tan coherente y tal cual como dijo mi madre fui docente.”

Su propia familia

Por entonces en una antigua familia de Madariaga, un señor era encargado de la estancia “El Cardal de los Balcarce”. Su hija mayor Joaquina, tenía problemas de pulmones, una especie de tuberculosis. La cuestión es que los patrones le dijeron que se vaya a vivir a Córdoba y así fue. Allí, Joaquina, conoció a un señor de apellido Barbé que era su profesor de respiración y de gimnasia, se casó con él y tuvo dos hijos varones. Ellos se quedaron a vivir en Córdoba, pero los nietos cada tanto venían a ver a los abuelos. Entre los nietos estaba Raúl Barbé, que por ser el más chico le decían Pichón. “Como nuestras familias eran íntimas empezamos siendo amigos, salíamos, éramos unos cuantos. Él después se volvió a Córdoba, pero cada tanto volvía. Y una de esas veces vino con la noticia que volvía y que se quedaba. Nosotros nos habíamos estado escribiendo, pero a mí no se me había ocurrido. Cuando una tiene veinte años le parece que todo estaba bien. Los noviazgos no eran como los de ahora. Nadie estaba solo, siempre con tu mamá enfrente, visitas con día de semana.”

Raúl comenzó a ser viajante de una fábrica francesa, porque sus abuelos por parte Barbé eran franceses. Era una fábrica de cosméticos, de perfumes en la zona. Él se radicó en Madariaga pero recorría Maipú, Mar del Plata, Tandil, toda la zona.

“De tratarnos un día le dije nos ponemos de novio y nos casamos. Así como de fácil, como simple, como todo. Porque además había que casarse, no se pensaba mucho con veinte años. Pero fue bien, nos llevábamos bien. Yo me fui a vivir con la escuela al campo, él me ayudaba con los papeles, él seguía con sus viajes.”

Un día decidió cambiar de trabajo y se dedicó a administrar una estancia. Estuvo en la estancia de los Leloir hasta que debido a un accidente de auto falleció con 36 años.

Por entonces Bocha se quedó con sus dos hijos uno de trece y otro de once.

“No teníamos soltura económica. Yo tenía que trabajar porque yo tenía dos chicos. No es que te quedás viuda y sola. No, te quedás viuda y con dos chicos que hay que criar, había deudas. Yo ya no tenía padres, no tenía abuelos. No tenía cómo. Fui maestra y también fui productora de seguros junto con el trabajo de la escuela. Después fui empleada municipal. No tuve mucho tiempo.”

La docencia

Cuando Bocha comenzó con la escuela aprendió a ser madre y maestra a la vez.”Yo tenía dos chiquitos y nunca fui maestra fui directora de entrada, no había otros directivos.” Sin embargo dice que si volviera a nacer volvería a ser maestra. “Fue lindo ser docente en el campo. Porque la gente del campo es muy humilde. Es muy difícil que te toque una persona resabiada o mal hablada. En el campo en esa época, hace cincuenta años, la gente veía a la maestra como la solución de sus vidas. Porque como ellos no sabían leer y escribir, pensaban que sabiendo eso iban a tener el mundo en sus manos. Fue una gran solución, pero vinieron otras cosas. Todo es así, un dame que te doy.”

Bocha dice que aprendió sobre la marcha, ya que ella era joven, con alumnos casi de su edad. “Yo tenía una chica de apellido Vega. Yo tenía 22 años y ella 18. ella estaba en el séptimo grado de la escuela porque había empezado a los trece. Porque nadie empezaba a los seis. ¿Quién iba ir a los seis galopando distancias a caballo? Porque por ejemplo en Juan Chico eran dos leguas. Y después en la otra escuela, tampoco los mandaban, porque los papás siempre estaban ocupados. Siempre venían de diez, once años. Cuando terminaban ya eran grandes”

Fue unos cuantos años maestra rural y cuando sus hijos tenían que ir a la escuela, era toda una complicación porque viajaba a caballo. Entonces Bocha pidió un traslado y justo se inauguraba una escuela en un barrio. No era escuela rural, pero tampoco era de ciudad, era mas bien suburbana. Fue a esa escuela y estuvo allí veinte años. “Allí

Me gustó mucho la diversidad de gente. Buenos Aires era una cosa, el pueblo otra, la zona rural otra y esta gente que era de la zona de las afueras del pueblo era totalmente distinta. La gente de las orillas, a veces es gente de campo que va y viene, tiene su ranchito acá y trabaja en el campo; pero hay gente que no. Es gente de boliche, gente de a pié, gente que trabaja con la pala, obreros o empleados municipales, gente con quintas, cocheros, carreros, reseros. Mucha gente distinta.”

La palabra

Cuando era pequeña a Bocha le pedían que escriba los discursos de los actos, muchas veces ella no los leía, sólo los escribía. Tenía habilidad para buscar en un libro, profundizar, siempre poniendo un comentario, una reflexión. Porque a diferencia de la escuela rural donde tenía quince, veinte chicos, todos de edades diferentes, la escuela suburbana era otra cosa. “A veces ocurre que un solo papá tiene siete, entonces con cinco papás vos tenés tu población escolar en la escuela rural. En un acto público vos tenés a los vecinos, pero es un grupo. En cambio, en esta nueva escuela era un mundo de gente. Primero hubo una división, después dos, tres, cuatro, había ciento y pico de alumnos mas los vecinos eran quinientos. Es en esta escuela donde Bocha descubre el valor de la palabra. Entonces ahí además de escribir el discurso me di cuenta que no había que leerlo porque la gente no me entendía. Entonces escribía y terminaba relatando. Ahí comprendí el poder del cuento. Fue un descubrimiento. Yo de esto de los cuentos me siento casi autora, no sé si otras maestras lo han hecho. De otras cosas no, uno copia de otro anterior. En la escuela vos estudias pedagogía, psicología, instrucción cívica, vos enseñas lo que a vos te enseñaron. Pero en los actos escolares yo decía ‘en el 25 de mayo...’ y la gente te escuchaba, pero no escuchaba. Yo veía que la gente se movía, que algunos no venían, los chicos se aburrían. En un momento empecé a contar lo que era el 25 de mayo, lo que era tener un gobierno propio, compararlo con el hogar; a decir que cuando un hogar trabaja y le va bien, sus hijos son de él y son de la patria, y así como todos son nietos de un abuelo, todos somos hijos de un país; y lo que eran los próceres, que siendo españoles se volvieron gauchos y criollos... Y la gente como que abría los ojos, no se movía. Y a la segunda fecha vinieron el doble y eran tantos, era tanta la gente que había que hacerlo en el patio. Era como que la gente se dio cuenta, no con un cuento propio, sino con la historia, recreada, igual que el libreto del teatro. Y ahí yo aprendí a hacer lo que luego fueron los libretos de la radio. Yo tuve que captar a la gente, yo me tuve que entusiasmar con esto de que un relato atrae, que un relato enseña, tenían poder. Yo los usaba también para limpieza personal, era como una historia para los padres, para los maestros y para los chicos.

Si yo hubiera ido a la facultad tal vez hubiese aprendido oratoria, pero esto empezó siendo de una simpleza total, doméstico. Y se fue convirtiendo en hacer actos y contaba un cuento, en citar padres y había una historia.”

El comienzo, historia en cuentos

Bocha recuerda particularmente un día en que dijo el significado de la palabra gaucho, que es despectiva y proviene de guacho, sin padre y sin madre. La gente la miraba sin pestañar. “El gaucho creció solo, los padres no se casaban, las relaciones eran casuales. Vos imaginate lo que era una fortinera. La fortinera son mujeres que ahora las llamamos prostitutas, pero en aquel momento eran mujeres que iban detrás de los fortines con la soldadesca. Hay que aguantarse tres mil, cuatro mil soldados. Elegir el que venía por nada, porque ellas tampoco tenían nada: ni padre, ni casa, ni amor. Era una época de salvajes, complicada.

Yo se lo contaba a la gente y hasta las prostitutas se sentía felices. Escuchame, por algo estuvieron. Todas las cosas que están en la vida son necesarias, porque sino no estarían.

Entonces yo un día conté que para que el gaucho fuera realmente redimido, el Gral. Don José de San Martín, escribió una carta en la época de Don Martín Miguel de Güemes, que defendía el norte. Él con sus gauchos defendió el norte y estos gauchos no tenían ninguna preparación militar, ninguna, ni uniforme, nada. Decían en patas y en bolas, pero no por desnudos, sino por las boleadoras, en pata y el bola defendieron el norte argentino. Entonces San Martín pone: ‘los gauchos valientes, distinguidos de Martín Miguel de Güemes que merecen ser nombrados en la historia’. Y es la primera vez que en un documento oficial aparece la palabra gaucho como redimido.

A uno que siempre le dicen gaucho. Ahora está muy cambiado el término, pero hace cincuenta años, no. Para redimir al gaucho tuvo que decirlo alguien tan importante como san Martín y, desde esa vez, el gaucho fue bien visto. Y el gaucho cambió, porque se sintió útil. Gracias al gaucho tenemos la pampa, la hacienda, el campo. Y como el gaucho fue siempre muy servicial, tuvo esa cualidad, de gaucho salió la gauchada.

Yo nunca hice revisionismo histórico porque tan sólo soy una aficionada. Pero para redimir al gaucho, para abrirle los oídos a todos los gauchos de mi pago y que sepan que es un orgullo ser gaucho, es importante.”

Radio

Después de los cuentos históricos, con base histórica, fue derivando en reuniones de padres hacia relatos religiosos. Porque en un momento dado como las escuelas eran laicas, al que quería se le daba en horario extra escolar otras actividades como instrucción cívica, de moral, de religión. Bocha entiende que no hay cuento más perfecto que las parábolas del evangelio. “Tienen una enseñanza, está puesto la cosa más complicada del mundo con simplicidad: la santísima trinidad es un misterio, ya está, no preguntes más. Es un cuento con solución, porque vino la santísima trinidad: tres personas distintas, un solo Dios verdadero. Uno se queda mirando. Y es un misterio y así se toma.”

Esto ocurría siempre en el ámbito escolar. Pero, cierta vez, hubo que mandar unos delegados docentes a Mar del Plata, a Radio Atlántida o Mar del Plata ya que se impulsaba la regionalización de la escuela. “Nosotros antes en la escuela de Madariaga, barrio Quintanilla o en la escuela rural, en medio del campo teníamos la misma currícula que en la ciudad de La Plata. Ridículo total. Ellos hacían una única currícula para toda la provincia. Hacían lo mismo para las maestras de La Plata que iban con taco y recién salidas de la peluquería a nosotros, que íbamos leguas a caballo, con botas de goma.” Empezó otro sistema que era la regionalización: cada escuela podía poner algo de su lugar en la escuela. Las maestras hacían mociones, mandaban motivos que eran estudiados y si correspondían se incorporaban.

Un día Bocha fue a esas reuniones en Mar del Plata ya que decían que ella tenía poder de síntesis. Esas reuniones se divulgaban a través de la radio a todo la región.“Yo iba y me acomodaban el micrófono adelante. Y ahí fue que me empezó a gustar la radio. Yo llegaba acá y me decían ‘te escuchamos por la radio’. Era una cosa fantástica.” Ahí Bocha hacía y leía las notas, pero luego las rompía. Cuando le volvían a pedir ella no tenía nada, trataba de acordarse.

Un día había un periodista que tenía un programa de radio de Madariaga al mediodía, y el jefe de la radio lo precisó para cubrir un evento deportivo. Así fue como una hora de la radio quedó sin programación. Entonces el jefe de la radio le propuso realizar un programa cultural a Bocha. Por entonces el CONFER obligaba a las radios a tener un programa cultural y esta radio no lo tenía. ‘Yo ya la he escuchado, así que traiga cualquier cosa y venga’ le dijo él. Bocha agarró algunas revistas que tenía, unas Panorama que eran educativas y cultural y se fue a la radio. “Cuando me vi en el estudio de radio me parecía que no me iba a salir nada y para mí sorpresa se me fue la hora volando. Y cuando terminé de hablar el director de radio me aplaudía.”

Así fue como empezó leyendo notas escritas por otras personas, siempre del estilo cultural. “Yo me acuerdo que leí una nota de Cocó Channel. Yo había leído la nota, me había impactado y decidí contarla en la radio. Cuando salí de la radio había gente esperando para decirme que había quedado fascinado. Porque todo el mundo creía que la moda era una pavada, que era una cosa totalmente superflua. Se habían encontrado con una chica, que era una niña expósita, que se había criado en un lugar de huérfanos, con nombre inventado, con una vida tristísima y que en el orfanato había aprendido a coser. Con todo ese tipo de historias yo iba entrando”

Pero eran historias que aún no eran de ella. Cuando volvió el periodista de su horario, mas o menos tres meses después, ella se volvió a la escuela. Pero le había gustado la radio por lo que al año siguiente fue ella la que le propuso al dueño de la radio hacer el programa. Pero en esa oportunidad el dueño dijo que iban a cobrar. “ ‘Yo no soy capaz’ le dije yo y el me dijo ‘vos dejá, solos van a venir los auspiciantes’. Y aparecieron solos. Era el programa que más pagaban por estar. Eran tantos que no llegaba a leerlos y entonces en vez de tener una tuve que tener dos horas de programa.”

Ya entonces empezó a agregar crónicas de los sucesos del pueblo como por ejemplo, los actos. Y estas reseñas generales fueron mutando hasta convertirse en historias totalmente individualistas, de habitantes lugareños en particular.

Pero ¿cómo las recolectaste?

“Nosotros en el campo no teníamos radio ni televisión. La única forma de haber noticias, que en ese momento se le decía trascendidos, era que venía un resero, un comprador de hacienda y venía con una historia ‘saben que hubo una revolución...’. No se hablaba de la pavada. Cuando se hablaba, la relación peón-patrón, la palabra era fundamento. Yo sabía que para poder enterarme tenía que escuchar y para comunicarme tenía que hablar.

Así fue que yo escribía historias, pero las rompía. Resulta que después alguien me decía que tenía que contar nuevamente la historia y yo no la tenía. Entonces me di cuenta que no las tenía que romper. Durante dos años no los guardé, pero así es que hoy tengo 18 años de radio documentados, con la fecha y todo.”

Sus ciclos siempre fueron en el invierno cuando ella cree que la gente escucha radio. Reconoce que los primeros años fueron los más difíciles, pero después con el tiempo, la misma gente se le acercó para hacerle saber sus historias. “Ahí hay un cuadernito de un señor de acá, un irlandés que viene y me dice ‘sabe señora, escribí todas las historias de mi familia y acá se las traigo, un día las lee’ Entonces se fueron ampliando y ampliando y ampliando.”

Libretos

“Vos todos esos papeles que ves ahí” y me señala muchísimas carpetas, todas con su gran letra cursiva, prolija “todo lo que ves en estas carpetas no está hecho en el aire. Yo escribo un libreto, hasta como saludo escribo. Porque después tengo que contar el tiempo. Y tengo que tener una ubicación en el tiempo, en el espacio, en el público que me está escuchando, tengo que tener una cronología de lo que estoy contando y tiene que tener un final. Y cuando uno hace una historia, con una persona como yo que me acostumbré a hablar mucho, por ahí te vas por las ramas. Vos te das cuenta que llegó la hora y vas por la mitad de la historia. Entonces aprendí que lo mejor es encerrarlo en un libreto. Aunque no se lee el libreto, aunque yo lo cuente, pero yo lo voy contando y yo voy agarrándome del libreto, como si fuera un memo. Y además ciertas reflexiones por ahí no te salen en el aire si no están escritas. Eso tuvo que haber sido elaborado y esa elaboración no es espontánea ni instantánea. Esto parecía espontáneo, pero había sido elaborado.”

“Yo les hablo de cosas pasadas, pero no olvidadas”

Hace poquito nomás que Bocha terminó su ciclo de cuentos en la radio. Lo realizó en el invierno durante veinte años. “A lo cincuenta me jubilé de docente a los setenta y cinco me jubilo de la exposición. Porque a veces hace frío, otras veces no tengo ganas, otras tengo ganas de hablar mucho y no puedo porque el espacio es contratado. Mucha gente ha venido a mi casa asustada, pero yo le digo que no es tan trágico. ‘Adiós en la radio’, yo voy a seguir estando acá, yo no me voy de Madariaga”.

Bocha está muy agradecida a la radio. “La radio fue la que me hizo conocida, porque yo en la escuela puedo tener quinientos oyentes, pero en la radio son miles. Porque son de Conesa, de Maipú, de Dolores, de la Costa. La radio te da esa oportunidad. Por eso yo decía en el programa ‘gracias a los que me escuchan sin que yo lo sepa. Gracias a los son mis amigos sin que los conozca. Y gracias por recibirme de visita sin hacer una visita.’”

Va de yapa...

Bocha Arancedo ha escrito dos preciosos libros que son Vivencias y Tala. En estos incluye historias de personas del lugar, familiares suyos, reflexiones y observaciones de cosas que son y que fueron. (ver El Ojo)

Su método de trabajo es escribirlo primero a mano, después una corrección también a mano“Mi mente con la mano va a una velocidad asombrosa que no la tengo ni con la máquina ni con la compu.”

Ahora Bocha tiene ya preparado otro libro que reposa en hojas sueltas esperando apoyo para que se pueda editar. Su nombre: “Va de yapa...”. Algunas historias que irán adentro serán: Historias de los médicos, de colectividades, la historia completa de Felicitas Guerrero según la relató Álzaga que fue un sobrino, la historia de Rosita Eyras y el Dr. Marra, “Rosita es mi mamá, porque ella cuando vino tenía un novio, él como la quería tanto no se animó a decírselo, mi papá entró en el medio y lo desbancó. Él a la vuelta de los años volvió y me dijo que le había costado lágrimas de sangre. Ahí la tengo” . También estarán las historias de los caciques de la zona: Calfucurá, Macedo, Nahuelrucá, Monzalvo; de las esquinas, la historia de Jorge Böhm “que mi abuela decía ‘este tiene un rastro de la guerra’. Vegetariano y nudista” y se ríe con ganas.

Bocha y el mundo

Bocha ha viajado mucho, en Argentina menos Tierra del Fuego, por todas las provincias. Como le gusta lo verde y el calor si tuviese que elegir un lugar del país, sería Misiones. “No me importa tanto las cataratas. Me gustan la forestación, los árboles, las orquídeas. Me encanta.”

También menos veces, pero ha viajado a Estados Unidos, Canadá, Brasil, Venezuela, Chile, Perú, Colombia, Bolivia. Con una tía conoció lugares impensados, imposibles dice ella: Jerusalén, España, Inglaterra, Francia, Italia. “Me abrió el horizonte a muchas cosas. Me gustó, pero siempre me gustaba volver.”

Ayer y hoy

Le preguntamos qué le gusta de hoy a Bocha Arancedo, qué de antes...

“De lo moderno me gustan muchas cosas. Por ejemplo, me parece más que hermoso, ver a un papá con un bebé alzado. Que un papá no tenga vergüenza de ir con el changuito me parece genial. Me gusta mucho la relación que tienen los jóvenes con los padres, que no la teníamos. Nosotros teníamos más miedo. No me gusta cuando se sobrepasan, ya cuando empiezan a perder el respeto no. Pero poder decirle una nena a su mamá ‘tengo un novio, estoy enamorada, no digas nada pero me voy a encontrar con él’ Eso me parece genial.

El adelanto de la medicina, la anestesia, sacarte una muela...

Los medios, todos: de locomoción, de transporte, los caminos, los trenes, los aviones...

Todo me parece asombroso y no me da la cabeza. Yo cuando veo la computadora y no puedo creer que abarque tanto. Me parece maravilloso. Yo aprendí a escribir en computadora solamente, el año que viene voy a tomar un curso.

Lo que no me gusta de ahora... No me gustan las relaciones tan por arriba. Todo el mundo dice que es amigo, todos son compañeros, pero cuando estamos en las malas no sé si somos.

No me gusta ese chicheo, ese modo intimista de decirse cosas. Me parece que no hace a la convivencia. Como el chusmerío y como decir cosas que no hay que decir, porque no todo se tiene que decir; porque hay intimidades, es lindo tener secretos, es lindo disponer de cosas que son mías sola.

No me gusta la poca capacidad que tienen algunas personas de trabajar. Antes se trabajaba de sol a sol, hasta la mismísima navidad. Tampoco me gusta el copiarnos de los extranjeros. En la televisión en todo, porqué si nosotros tenemos palabras hermosísimas en nuestro idioma. Eso es como una invasión.”

¿Y lo de antes que extrañas?

“Lo que más extraño es la familia, es lo que más cambió. Mi abuela era analfabeta y tuvo doce hijos. En su casa se casaba un hijo, se ponía otra pieza atrás y se seguía. Convivía una familia entera. No es como ahora que se va todo el mundo al diablo. ‘¿A donde se va tu hijo?’ ‘Y dice que se va a una isla desierta en Java’ ¡Pero está loco! Ahora los chicos hacen cosas así. Quieren la independencia cuando todavía son imberbes. Me parece que la familia no tiene el valor que antes tenía.

La chica a los 17 años te dice yo soy una adulta hago lo que quiero y la madre dice tenés razón. Vuelve a los 35 años vencida, vencida porque si le va bien no vuelve, y la madre la tiene que aceptar en la casa. Pero no vuelve con el ala caída, viene a mandar a su familia. Eso está muy mal.”

Madariaga cumple a fin de año cien años de vida, pero ¿Cómo te imaginás Madariaga dentro de cien años más?

“Yo quiero que mi pueblo sea como nació: un pueblo de campaña. Un pueblo de campaña no quiere decir no tener internet o que un ganadero no tenga una 4 x 4 genial, la más linda de todas, que tenga una chica mona que se ponga un pantalón ajustado. Todo esto me parece genial, pero yo no quiero que mi pueblo pierda la raíz. Yo quiero que mi pueblo sea un pueblo de puertas abiertas.

A mí me va a gustar que sea como en Europa, como Barcelona, que va a haber una parte antigua y una parte moderna. Yo creo que Madariaga va a pasar a ser la ciudad histórica y toda la playa va a pasar a ser la ciudad turística. Entonces vendrán a Madariaga no a buscar lo mismo, no a buscar el mismo boliche bailable, eso lo van a tener allá. Acá vamos a tener el mate en la vereda, la puerta abierta, las casas antiguas con un solo baño que tenga seis habitaciones.

Yo espero que siempre sea arbolado, que no haya grandes edificios que tapen el sol. Yo creo que un árbol que costó cien años en crecer, hay que cambiar el edificio, porque el edificio lo hacés en uno. Yo tengo la ilusión que no cambie tanto.”

La casa

Bocha Arancedo vive con sus recuerdos. Ella posee una memoria extraordinaria y se rodea de valores sentimentales acomodados en toda su casa que habita hace veinte años.

Hay puertas y ventanas de pinotea con todas sus fallebas originales, genuinas. Tienen cien años de antigüedad, funcionan perfectamente y fueron realizados por los carpinteros Moscatelli. También hay una máquina de coser antigua que todavía cose, planchas de hierro que se usaron cuando era pequeña, una pelela con patitas y tapa, y una empotrada en un pequeño mueble, que se abre la puerta y sale la pelela “que nadie se haga el asombrado. Todos tenía una debajo de la cama ¡Si antes no había baño en la casa!”. Hay roperos también de cien años, de cortina hay lo que fuera un mantel blanco todo bordado en hilo a mano hecho por su madre. Hay adornos armados por ella. Sobre las aberturas en retazos de madera de muebles, los decora con monedas antiguas, o con botones de nácar, calzadores de zapatos de hueso, todo es detalle, todo tiene historia. “Yo acá no tiro nada, todo va a los cajones. Yo valorizo mucho y tengo cosas de lo que los demás tiran.”

Así también tiene sobre un mueble, a la vista, no escondidas en una caja, fotos perfectamente conservadas de muchísimos años atrás. A través de esas fotos vemos a sus antepasados con complicados peinados y vestidos. Quien vea esas fotos no podrá salir del asombro, todas tan, tan antiguas y allí están, como si fueron sacadas ayer. “Estos son mis abuelos paternos, este mi esposo, esta es la señora de Don Carlos, Emilia, esta soy yo recién nacida con mi mamá, estos son mis hijos...” Todos los recuerdos a la vista.

Pero también hay fotos en su estudio, su lugar de trabajo, dónde hay fotos de ranchos de la zona, una foto de la cuadra de la primera panadería de Madariaga de su abuelo cuando tenía diez años, es decir del año 1918. Su estudio está lleno de papeles, anotaciones, libros, cientos de historias del lugar. “Acá tengo a todo Madariaga” dice ella riendo. También hay cuadros de su suegro con pinturas costumbristas, sus numerosas distinciones.

“No he tenido grandes angustias en la vida, tampoco muy feliz. Yo creo que la vida es un estar, es una cosa con altos y bajos, es un conformarse. A mí me gusta mucho donde vivo. A mí no me gusta mucho ni la montaña ni el mar, a mí me gusta la pampa. El verde, los montes. Ahora vivo sola, tengo la casa como me gusta, hago lo que quiero. Tengo hijos, nietos y bisnietos.

Las tormentas hacen bien fuertes los árboles. Cuánto más te golpeás, más fuerte te ponés. Yo creo que el haberme desarraigado de mi casa y siempre añorándola, quedarme huérfana a los 19 años, me fui a vivir al campo, fui maestra rural, en los inviernos llena de sabañones... Yo creo que eso me hace valorar. Cada mañana yo digo ‘gracias Dios’. Por tener mi casa, porque en verano estoy fresca y en invierno tango calefacción y agua caliente.”

Bocha Arancedo es una importantísima historiadora, el trabajo que ella realiza tiene un valor que aún no se ha tomado conciencia. Sus escritos no hablan simplemente de historias de personas, sus escritos construyen un archivo histórico inexistente. Durante tantos años se dedicó y dedica a dejar asentado lo que se dice, lo que fue, lo que se está perdiendo. Hace poco un señor le trajo una escritura de origen de una quinta que compró en 1908 “ Y descubrí un dato que nosotros desde hace cien años desconocemos que Doña Josefa Anchorena de Madariaga, se llama Josefa Emeretiana Anchorena. ¡Increíble! Porque ni siquiera sabíamos de la inicial, nada. De esto hace cien años nada más.”

Así es Bocha, con la mayor de las simplezas, como quien hace su jardín, ella hace su tarea. Tal vez así sea, porque esa es su casa, Madariaga toda. Esa es su familia y por eso, como las fotos en el mueble, las cuenta, las recuerda y las tiene siempre presente, para ella y para aquel que quiera prestar atención.

Incognita de noviembre


A ver si la gente pensante descubre quién es esta persona...Datos: es un artista plástico que vive en la Villa...a pesar de este carnet es de San Lorenzo y no de Vélez...y, la más fácil: siempre le gustaron los cereales.

A participar por una tabla de quesos y fiambres para dos personas, más dos chops de cervezas de Juan en El Viejo Hobbit, el brewpub de avenida 8 entre 111 y 112. llamen y dejen su nombre y su teléfono al teléfono 02255 45-6898. (recuerden que deben aguardar con paciencia que los atienda el contestador) o también pueden enviar los mismos datos a el mail elpensadero@yahoo.com.ar
¡a participar!

Cine de por acá - IMAGEN ABIERTA


Cineastas o aprendices de cineastas muestran sus trabajos

Para aquellos que les gusta un poco el cine agenden este día 30 de noviembre a las 19 hs; y un lugar: La Casa de la Cultura de Villa Gesell de avenida 3 y entre 108 y 109. Este día podrán ver realizaciones de geselinos, que no llegan al circuito comercial.

Al encuentro lo han llamado “Imagen Abierta”, porque la idea es repetirlo todos los años e incorporar a más realizadores de la región. Algunas de estas personas integran el taller de Guión de Cine y TV que brinda la casa de la cultura de Gesell, otros lo realizan en forma particular, otros son profesores o simples aficionados. Lo cierto es que en Gesell hay quienes encienden una cámara, editan y luego sólo un pequeño grupo de personas allegadas se entera de la filmación.

Para este primer encuentro se podrán ver las siguientes producciones:

“Tío Agustín”, de Hugo Rey. 24 minutos

“El cuidador”, de Aníbal Sarka.

“Doña X”, de Melisa Sonneborn. 14 minutos

La incomunicación y los valores contadas a través de la historia de Doña x...

“Los sonidos de Gesell”, de Juan Oviedo. 20 minutos

Sonidos e imágenes de la Villa

“La salud por nosotras”, de María Cabanne. 15 minutos

"Cuba pueblo Cubano" de Julieta Teijeiro. 17 minutos

"juego da liberdade" de Mariano Percase. 25 minutos

"Picasso en la Arena" de Tata y Alberto Teijeiro. 16 minutos

El encuentro, como tal pretende no sólo la simple proyección sino que luego de cada realización se generará un debate. Imagen Abierta se plantea como una posibilidad de intercambiar experiencias, material para filmar, ideas y por que no, nuevas oportunidades para proyectos futuros.

Y para aquellos que no estén embebidos en el tema podrán indagar sobre lo que se necesita para realizar una filmación, el tiempo que conlleva, cómo se edita, cómo se trabaja y cómo se pasa de un guión escrito al producto final de imagen y sonido.

Para más información se pueden comunicar al teléfono 45-3619 o al e-mail imagen_abierta@hotmail.com

Ahora que empiezan los días más amenos para las salidas, buena oportunidad para ver algo diferente. A llevar pochoclos y entusiasmo!

N.R. La imagen corresponde a la actriz Alicia Marquez Ferreira en el cortometraje Doña x

Para quemar pestañas...

¿Sabías que hace algunos años había gente que vivía a la intemperie bajo los árboles? ¿Sabés las múltiples utilidades de la bolsa arpillera? ¿Sabés que significa que una chica ponga una luminaria en la noche de San Juan? ¿Sabés los secretos de un tendal de ropa?

Este mes recomendamos dos libros de una misma autora y que además es la entrevistada de este mes: Bocha Arancedo. ¿Por qué? Porque, si bien ella los describe como cuentos, en realidad no lo son tanto. Están contados de manera simple pero son historias reales, reflexiones, costumbres de Madariaga y la región.

Para mí fue un verdadero descubrimiento, no sólo por la forma única de contar, sino también por el valor histórico que poseen. En ambos libros, “Vivencias” y “Tala”, la autora nos sumerge en los personajes casi sin darnos cuenta y visualizamos perfectamente lo contado.

Para aquellos que quieran saber cómo era la región desde hace cien años para acá les recomiendo estos dos libros que debieran estar en la lectura de los estudiantes.

Si querés saber la historia de Don Cheto, de la Telésfora, de la partera Fermina, de Jorge Böhm y muchos, muchos otros lee estos libros y después me contás.

Ah! ¿Dónde los conseguís? En Madariaga en la Dirección de Turismo y Cultura y en Gesell en El Viejo Hobbit que gentilmente los vende. Todo lo recaudado ayudará a Bocha a editar su tercer libro que se llamará “va de yapa”

Nota.: Bocha dará una charla justamente en El Viejo Hobbit: “Tomando el té con Bocha”, calculan que la estarán dando en la segunda quincena de noviembre. Allí Bocha hablara de todo esto y es buena oportunidad de conseguir el libro y conocer a la propia autora. Averigüen en El Viejo Hobbit de avenida 8 entre 111 y 112 o al tel. 46-5851. Estén atentos!

Yo antes de ser Yo


TARZAN O GLADIADOR

Revelamos la identidad de nuestro personaje de la sección Yo antes de ser Yo

El muchacho peinadito y con corbata era Juan José Oviedo, autor de seis libros: “No todo lo que reluce es oro” primera y segunda parte, “El alma perdida de Gesell”, “Gesell y la experiencia del filosofar”, “El Acuario” un homenaje a Roberto Gesell, “Villa Gesell: Fiesta, etnia y colectividad”. También es profesor de secundario, de terciario y en la universidad de Mar de Ajó.

Juan José Oviedo llegó a la Villa en mayo 1978 en un colectivo de Antón. Aquí descubrió por primera vez el mar. Él recuerda ese momento de manera muy especial: “recuerdo que bajo la terminal, paso por un médano que había en esos momentos y voy hacia el mar. Primero lo olí, después lo escuché y por último lo vi. Y esa sensación de la primera vez de algo la tengo incorporada, no la he olvidado. Yo por entonces estaba iniciando una relación con una chica. Ella me dijo porqué no vamos a Gesell, es un pueblito muy lindo, está al lado del mar. Y cuando ella me dijo ‘mar’ yo dije vamos”.

¿Qué lugar de Villa Gesell le gusta?

“A mí me gusta la avenida 5 entre la 123 hasta la 130. Ése es el lugar que más me gusta de Gesell, esa avenida. Donde está la plaza hasta la calle que va al EDEM, que serán cuatro, cinco cuadras, ese es el lugar que más me gusta.”

¿Una estación del año?

“El otoño. Porque uno apunta a ejercer su propia introspección. Sale uno del verano y es otra etapa. Es la etapa en la cual uno empieza a meterse hacia adentro; donde uno empieza a pensar cosas, a analizar cosas. El aire cambia, la naturaleza cambia. El otoño es un período de justamente cambio, no de transición, sino de cambio, es otra cosa.”

¿Literatura?

Oviedo confiesa que odia leer. “Yo odio leer, pero tengo que leer. Lo que pasa es que estoy obligado a leer sobre filosofía, odio leer sobre filosofía. El hombre es una contradicción.”

Sin embargo, a la hora de nombrar a un escritor en particular tiene bien definido quién...

“Uno de los autores que más ha influenciado en mí es Krishnamurti . krishnamurti, al menos desde mi punto de vista, tiene la facultad de unir dos elementos que tienen que ver con la sabiduría de oriente, es decir, la propuesta de la sabiduría oriental, pero metodológicamente abordando occidente. ¿Qué significa? Observarse a uno mismo; plantearse que uno puede generar a partir de su propia inteligencia comprenderse; y ganar calidad de vida mediante esa comprensión. Eso es lo que plantea krishnamurti, muy sintéticamente.”

¿Música?

Juan Oviedo no escucha música mientras escribe ya que lo desconcentra. “Necesito estar concentrado. Cuando estoy concentrado en una idea el mundo alrededor desaparece. Es más una molestia a los sentidos.”

“Pink Floyd, Vangelis, en una época Génesis, las superbandas de la época. Pero no me caso con ningún solista ni conjunto, elijo lo que me gusta a mí en términos musicales.”

¿Cine?

“El cine es una maravilla. Lo interesante es que sublimiza la realidad. Nosotros a través del concepto de sublimización rescatamos algo que no rescatamos cuando estamos en la realidad. Por ejemplo la cuestión estética, la cuestión artística de la imagen. Plantea una realidad totalmente distinta y le prestamos atención. Pero cuando estamos en esa realidad que no es la imagen, sino la realidad nuestra, cotidiana, no le prestamos atención. Ese es el valor del cine: sublimizar la realidad. Y a través de esto ver de una manera crítica la realidad.”

Oviedo ha realizado dos cortos documentales: “los sonidos de Gesell” que es una narración mezclando fotos, imagen filmada y sonidos. Y el segundo acompaña su libro “El Acuario”, realizado con fragmentos de la entrevista a Roberto Gesell.

Actualmente está trabajando en el detrás de escena de “La América Aislada” de la cineasta geselina Gwenn Joyaux, trabajo que presentará en UNCIPAR 2008, muestra de Cine Independiente que se realiza en Semana Santa en Gesell.

Él dice que elige las películas según ciertas temáticas y no por director.

“Me ha gustado mucho ‘Estados alterados’, ‘Iluminación’, ‘La guerra y el fuego’, ‘La última ola’, ‘las alas del deseo’, ese tipo de películas.”

¿Cuándo era pequeño qué se imaginaba que iba a ser cuando fuera grande?

“Yo fantaseaba mucho con que iba a ser Tarzán” dice muy serio “Había una película en televisión que era ‘Jean de la selva’ y yo quería ser él. Después veía las películas de gladiadores y yo quería ser el gladiador. Yo quería ser el héroe. Yo quería ser otro del que era, siempre estuve reñido con mi identidad, siempre era otro.

Hasta que un día leo ‘filosofía’. Hay palabras mágicas en la vida de cada uno, como hechos, como canciones, como momentos, como personas. Para la palabra filosofía significaba tantas cosas. Voy al diccionario y era muy pobre de la riqueza que yo había imaginado. Pero siempre me llamó la filosofía y después lo que representaba la filosofía: el mundo del pensar y el mundo de indagar.”

¿En qué le gusta pensar?

“Uno piensa su contexto, su realidad. Siempre yo parto de lo comunitario, de lo local. Confucio dice ‘un viaje de mil kilómetros comienza con el primer paso’. Partamos de pensar, pero pensemos. La pregunta sería qué es pensar. Pensar tiene que ver, al menos tal cuál yo lo ejerzo, con examinar las cosas.

Por ejemplo, nosotros estamos acostumbrados en que en el invierno no hay trabajo porque es invierno. De hecho es un hecho. Pero el problema no es que es un hecho sino que el concepto cultural donde se naturaliza en términos de naturaleza. Porque que no haya trabajo no es porque sea invierno, sino por un concepto llamado estacionalidad. ¿Y qué significa estacionalidad? Que sí o sí estos lugares fueron creados para tres meses.

Pensar significa ver que esto es así. Y que de pronto a uno le dicen que en invierno no hay trabajo porque es natural, es falso. Uno empieza a examinar, examinar que las cosas que a uno le dicen que es verdadero en el fondo no lo son. Y que la verdad dicha por terceros siempre tiene intereses de clases. Uno tan sólo puede contar con su propia cabecita, con su propia mente y permanentemente dilucidar lo que a uno le dicen. Por eso está el pensar, por eso es una herramienta fundamental. ¿Porqué? Porque la realidad está llena de contradicciones. Si vos en las contradicciones no pensás entonces algo pasa con vos.”

Curiosidades


CON MUCHAS PLUMAS

Visitamos una casa cuyos dueños tienen mucho cariño por...las aves.

Uno casi podría pasar sin darse cuenta, pero no puede hacerlo. El que vaya mirando un poco, tan sólo un poco, no puede evitar verlos a ellos, al menos a algunos de ellos. Andando por el patio, metidos en una pequeña laguna. Pero ¿quiénes son? Pues ellos no tienen nombres, aunque sí pertenecen a especies bien diferentes: dos chajaes, dos gansas, tres pavos reales, algunos teros, otros patos... En fin, ellos son las aves de Héctor Omar Maldonado.

Estos son dijimos y caemos en un error; lo correcto sería decir que estas son algunas de las aves de Héctor, ya que en el fondo de su casa tiene un gallinero, pero no sólo con gallinas. Hay de todas clases, a saber: las bataraza, faisanes, las coloradas pintas, un gallo leonado, faisán dorado, faisán tenebroso con su hembra, perdices coloradas, guineas, un tero real de mar, palomas, palomas abanico, japonesas, las holandesas . “Para ser legítimas tienen que tener el copete bien blanco y lo demás todo negro, pero esa tienen una pintita y ya no es pura” dice Héctor como quien habla de una mascota cualquiera. Ellas se pasean en sus jaulas o entre nosotros. Sus diferentes cantos se mezclan, me asombro de sus colores: blancos, azules, naranjas y verdes plateados y todas las gamas de los marrones. La vista no se queda en los pavos reales, sino también en las diferentes tramas de las plumas, los copetes, las colas largas o en alto, el porte de los machos siempre marcando territorio, los chajaes que se despiojan el cuello mutuamente, una gansa no me deja avanzar, la otra se sienta sobre un hueco que formó ella misma, los patos disparan asustadizos, una gallineta se queda en pose para la foto. Todos tienen su carácter su personalidad.

¿Cuántas hay? “No sé decirte, no los he contado. Hay dieciséis, diecisiete faisanes (de los que son mayormente blancos con el pecho celeste metalizado y las patas y parte de la cabeza bien rojo), tres dorados, hay tres pigmeas de las sedosas, después tengo unas sedosas marrones, hay muchas, si te digo te miento. Se me han muerto muchos, tenía otros faisanes, el venerado, con mejores colores, uno de color limón; se mueren los bichos.”

¿Cómo llega esto acá?

“Algunos he comprado y otros he cambiado. Los faisanes son muy caros...la gente también los trae. Cuando no los quieren en su casa, todos vienen acá” dice Héctor.

Su mujer ya no recuerda desde hace cuánto tiempo que tienen aves, “hace tanto que me parece desde siempre” dice ella. “Hace 33 años que estamos casados y creo que al año empecé.” recuerda Héctor “Empecé con canarios. Compré una jaula con canarios. Después llegué a tener setenta gallinas. Sacaba gallinas de campo...Es algo que me gusta.”

Le preguntamos si lo hace para vender y lo niega “No...no vendes nada ni comés. Porque todo esto qué vas a comer. Ahora no tengo, pero yo tenía de los faisanes que se comen, los de collar. Los machos se pelean mucho, son muy malos. Entonces lo iba a comer, pero después...qué lo voy a comer. No lo maté, lo cambié.”

Tener este tipo de animales requiere de gran dedicación y tiempo. “Es trabajo. Porque esto ahora lo ves bien, pero cuando llueve tenés que limpiar todo. Hay que dar vuelta la tierra ya que al haber muchos, se forma una película arriba que hay que limpiarla moviendo la tierra con la pala. Hago canaletas para que el agua no les llegue y se inunde su piso.”

¿Cómo los cuidan de las enfermedades?

“Y más o menos. La otra vez tenía problemas con un pavo real que parecía que se ahogaba, abría y cerraba la boca. Fui a la veterinaria y acá no hay especialistas. Me dieron una pastilla para abrirle los pulmones, un tiempo anduvo bien, pero se terminó muriendo.”

Héctor los alimenta con maíz, alimento balanceado “y un poquitito de maíz, a veces le doy un poco de las verduras que sobran.”

La primavera

Ahora ya empiezan la época del celo por lo que cada uno a su rancho. “Empiezan las posturas por eso las separo para que nos se crucen. Porque después no te sale ni chicha ni limonada (se ríe). El faisán en general lo tengo enjaulado, porque es un pájaro, se va, se vuela y no te vuelve.” dice Héctor“Cada uno tiene su lugar, los patos acá, los teros allá, las palomas acá. Porque si suelto todo estos juntos mi señora me mata. Además ahora empiezan la época del celo y no sabes los gritos que pegan.”

De los tres pavos reales, dos tienen la cola imponente de belleza característica. Le preguntamos por qué el tercero no la tiene “Lo que pasa es que aún es pichón. A los dos años le empieza a salir la cola. En enero, febrero tira toda cola, completa y en esta época le vuelve a salir toda más rápido hasta noviembre.” Cambian la cola completa, todos los años. “Son muy delicados los pavos reales, no sabes lo que me ha costado criar a estos tres. Mira que yo traigo pichones. El asunto es criarlo hasta los ocho meses, después se te pueden morir, pero ya es más difícil.”

Según Héctor las hembras de los pavos reales eligen al macho con mejor cola. “Estando sueltos dicen que la hembrita elige al que está más sanito, de cola más grande. Ellas, en cambio, tienen colores tipo al suelo, no se nota mucho en la tierra. Es distinto al ser humano las mujeres son las más arregladas.” Y lo podemos ver a simple vista, a las aves, me refiero, claro, las hembras conservan los tonos más aterrados, mientras que los machos los más llamativos y coloridos: las hembras se mimetizan. “ Es para cubrirse de los depredadores.” arriesga Héctor; porque él nunca afirma certeramente, el dice como quién todo el tiempo quiere decir ‘creo que...’ “Yo no sé, yo pregunto” dice Héctor.

Tener tantas aves es difícil para lograr mantener un lindo parque. “Te rompen todo. Como van buscando las lombrices hacen unos pozos bárbaros.” Por otro lado algunos se comportan como perros guardianes “ellos conocen a los que están en la casa y pegan gritos cuando viene alguien”

¿Tienen nombre? Fue una de mis primeras preguntas cuando creía que sólo eran a lo sumo no más de diez. La mujer pegó un grito y alegre me contestó “te imaginás que habiendo tantos, sería difícil” y después entendí.

“A mí ya no me llaman la atención, hace tanto años que los tenemos” dice la mujer de Héctor, paciente y sonriente, porque se nota que le gustan.

Los graznidos se apagan a medida que salimos, antes de irnos volvemos a leer el cartel simpático que cuelga en la entrada: “Pulgas Ranch”.

Carta de lectores - De Halloween y otras fiestas

Como todos los años, desde hace algún tiempo, en la Villa se festeja Halloween bajo el lema de “el día de la calabaza”. Está impulsada por el café Cachavacha y con el apoyo de muchísimos comercios y cooperativas que colaboran a la hora de los premios.

Desde hace unos dos años me arriesgaría a decir la fiesta se ha vuelto hermosa y verdaderamente popular. Por unas horas desfilan por las calles céntricas cientos de personas o...algo así...ya que están disfrazadas de lo más variado: todo tipo de brujas, hadas, monstruos, momias, sirenas, conejos, pelícano, calabazas, duendes, esqueletos y la lista podría seguir y seguir de manera interminable. No solo son niños, alguno que otro adulto se anima como yo a estar disfrazados desde las primeras horas de la noche.

Pero, simultáneamente siempre hay un grupo de gente que se opone y muy enérgicamente. En esta última Halloween había un puesto un poco alejado del tumulto donde personas repartían folletos. En ellos se leían la más ferviente oposición a la fiesta por considerarla de origen satánico. Había una frase que decía algo así como que quien se disfraza corre el riesgo de bailar con el diablo. También alegaba que era una imposición de algo extranjero, de una aculturación o dominación cultural.

Yo me quedé atontado cuando lo leí. Yo, que estaba disfrazado y no salía de mi asombro. Por ello me decidí a escribir esta carta.

Yo confieso no soy religioso practicante, pero sí creo en Dios. Tengo amigos que son ateos, otros que van a la Iglesia, en fin, tengo gente amiga de todo tipo. Pero esto me molestó de sobremanera.

¿Cuál es el problema que otros se diviertan sin hacer mal a nadie? ¿Por qué no respetar las decisiones de los otros?

Mis amigos ateos están súper convencidos de la inexistencia de Dios, pero jamás se les ocurriría poner una mesa delante de la iglesia y repartir folletos en contra.

Esta gente dice que es aculturación pero quienes repartían los volantes tenían celular y zapatillas de marca extranjera. Es la típica hipocresía.

¿Qué es comercial? ¿acaso no lo son el día de la madre, del amigo, Navidad, año nuevo, pascuas? Todas las fiestas sean o no religiosas, son comerciales ¿o no?

¿Qué es extranjera? A mí me encanta festejar lo de otros pueblos y culturas, por eso voy a Copacabana, a la fiesta de Caacupe, a la de los alemanes, a san Patricio...Son extranjeras como extranjeros somos la mayoría de nosotros.

En fin, como quiero que me publiquen la carta no la voy a hacer larga. A mí me encanta disfrazarme; lo disfruto como niño, me parece que es algo que está en nuestro instinto animal: disfrazarse para ser por un rato no-nosotros-mismos, jugar a no reconocernos.

Yo creo que se puede festejar sin recurrir a lo comercial: una sábana vieja, un corcho quemado y les juego a que no me reconocen!

Yo fui felíz y mis hijos también se divirtieron de una manera tan sana! Y estoy seguro que por ello no van a ser malas personas. Sin embargo sí considero que son malas personas quienes no respetan a los demás, discriminan, acusan y se consideran el mismo Dios para emitir juicios. Yo tengo miedo de esta gente y no a los fantasmas. Tengo miedo de ellos porque en otro momento de la historia fueron este mismo tipo de gente quien quemaba en la hoguera a la “brujas” en nombre de Dios.

¡Viva las fiestas populares! ¡Viva la alegría sana! ¡Vivan los que se disfrazan de monstruos y brujas y que en la vida real no lo son!

No asesinen al pelado japonés que trepa al paredón

Reflexiones de Giovanni...

Ustedes se preguntarán ¿A qué se refiere Giovanni Michenza? Cuando iba al colegio primario, a falta de mp3 y mini video juegos, uno de nuestros divertimentos para evadirnos de la clase consistía realizar dibujos con acertijos. Muchos recordarán aquellos dibujos que representaban mexicanos vistos desde arriba, identificados por su gran sombrero realizado básicamente con dos círculos concéntricos. Y así aparecían sobre la hoja un mexicano haciendo pis, un mexicano andando en bicicleta, un mexicano andando en canoa, etc. Pero entre la serie de no mexicanos estaba el famoso “pelado trepando al paredón”, este dibujo consistía en un semi círculo apoyado sobre una línea. Mientras la maestra explicaba cosas tan poco atractivas como la regla de tres simple, uno realizaba el diseño del calvo oculto y le preguntaba a un compañero que aún desconocía el truco ¿Qué es esto?

Cuando vi la marca Gesell, como soñar era posible, mi mente recordó aquel entrañable pelado. Pero esta vez el escalador con alopecia es japonés, dado que el semi círculo es de un vivo amarillo. Créanme que lo que digo no es una crítica, ni una burla al logo-isotipo que representa a nuestra ciudad, todo lo contrario, es una forma cariñosa de referirme a la marca de Gesell.

Otra de las cosas que recuerdo de mi infancia, es el escudo de villa Gesell, aquel de los pinitos, el médano y el mar. Los geselinos y turistas lo lucíamos con tanto orgullo, el escudo estaba por todos lados. Sin embargo alguien vino un día, dijo que era viejo, y lo cambiaron. Cuando se crea el municipio urbano de Villa Gesell, a fines de los 70, apareció en nuestra vidas un escudo que consistía en tres piñas, motivo geselino si los hay, eran bonitas y bien podían representarnos. Sin embargo con el advenimiento de la democracia vino volando una gaviota sobre los médanos y se poso en nuestro escudo, logo o isotipo, como lo quieran llamar.

Con los vaivenes de la política cambio el color del partido que gobernaba, y así la gaviota recibió un hondazo, y dio lugar al “sombrerito de hijitus” ¿Recuerdan al sombrerito de hijitus? En su momento fue un logo muy moderno. Consistía en un rectángulo azul de bordes irregulares que representaba el cielo, un circulo rojo que representaba el sol, y en la base del dibujo dos líneas onduladas que simbolizaban los médanos y el mar. Este logo-isotipo tenía una estética similar al logo de España realizado por Joan Miró. El logo, según los que saben, tenía buena pregnancia en la mente porque tenía figuras geométricas básicas que lo hacían fácilmente recordable. Pero bueno, los gobiernos no duran para siempre, entonces hijitus se fue volando desde Gesell a Trulalá y se perdió en la noche de los tiempos. Entonces ahí fue cuando apareció la ensaladera. El ingenio popular siempre ve en los logos de Villa Gesell otra cosa distinta que la que quiso expresar el creador. La ensaladera es algo así como una reedición del viejo y primitivo escudo de Villa Gesell: Pinos, Médanos, Mar, etc. Pobre recipiente con vegetales, no duro ni una administración, pues el mismo gobierno que la creo decidió sustituirla por el pelado japonés que trepa el paredón.

Crear un símbolo que representa a Gesell cuesta dinero, y más dinero aún se invierte en propagar esa imagen para que nos asocien a ella. La identidad de una ciudad debe ser una cuestión de gobiernos, y ni siquiera de gustos. No hay logos feos o logos lindos, hay imágenes de marcas que funcionan o no funcionan. Pensemos en empresas que han impuesto su marca: Coca-cola, Pepsi, Nike, Topper, Adidas, Renault, Ford, Chevrolet, Mercedes Benz, Bic, JVC, Quilmes, etc. Yo pregunto ¿Alguna de ellas cambia su símbolo cada tres o cuatro años? La respuesta evidente es un rotundo NO. Podríamos ponernos a discutir años, si el cavallino rampante de Ferrari es feo o lindo. Pero sería una discusión estúpida, lo importante es que el caballito encabritado es asociado automáticamente con Ferrari.

Soplan nuevos tiempos, pero espero que esta vez exista buen criterio, y lo dejen al pobre pelado seguir trepando el paredón. Podrán hacerle muchas criticas a nuestra actual marca: Que es elemental, que es fea, que la palabra Gesell esta en una tipografía básica, pero la cosa no pasa por allí. La elección de un logo no es algo que deba ser democrático, como no lo es opinar sobre la metodología de una operación a corazón abierto. La actual marca de Villa Gesell fue realizada por especialistas confiemos en su juicio. No quememos más dinero e impongamos un diseño que nos identifique para siempre. No asesinemos al pelado que trepa al paredón.

Giovanni Michenza, Arroyo de las Gallinas

01 de noviembre de 2007