sábado

Elemento Voráz


En enero Villa Gesell sufrió un incendio en su sector norte. No hubo pérdidas materiales ni humanas pero sí treinta hectáreas de forestación arrasada.

Fabián Camelino estaba haciendo reposo cuando le sonó el celular a las tres de la tarde del viernes 11 de enero: un gran incendio se había producido en la zona norte de Gesell. Ni siquiera pensó en su dolor lumbar que lo mantenía con carpeta médica y salió directamente a la estación de bomberos. Camelino es jefe de bomberos del cuartel de la Villa, pero además director zonal de operaciones, por lo que catorce cuarteles dependen de la operatividad de él cuando sucede un siniestro de magnitud. También es Técnico en seguridad e Higiene y aparte trabaja de otras cosas ya que es jefe de bomberos de manera voluntaria.

Tardó en llegar a la estación ya que vide en el sur de la ciudad; lo primero que hizo es dar alerta roja en la zona y llamar a otros cuarteles, por lo que vendrían refuerzos: dos de Pinamar, uno de Madariaga y otro de Mar de Ajó, más ocho de Gesell. Poco después Fabián subía al ruido de la avioneta del aeropuerto. Desde tierra mucho no se puede ver mucho y un jefe no puede extinguir el fuego sino que tiene que coordinar. Evacuar, controlar y extinguir, ese es el abc de los bomberos.

Desde el aire se aproximó al incendio y logró tener un mapa de riesgo “El panorama era bastante desagradable” dice Fabián quien aún así no perdió la paciencia. En ese momento había tres clases de incendio: el incendio subterráneo, que va por abajo, por las raíces, el incendio de superficie y el de copas. El subterráneo es el más complicado ya que la chimenea de humo se produce y sale a la superficie en un lugar, pero el foco de temperatura, de incendio está en otro lugar que no se puede determinar. Por más que se le eche agua a la chimenea no se está apagando el incendio.

Según Camelino el más difícil es el incendio de copas que era el que él observaba desde la altura. “Yo veía que se prendía shh, en un segundo y no quedaba nada. Parecía que tenía kerosén.

Por entonces el viento no ayudaba ya que, en constante contacto con la base metereológica municipal, informaban vientos de 30 y hasta 40 km por hora, que rotaba y cambiaba. “Yo entonces tenía que cambiar de posición las brigadas. Desde el aire con el handy le daba las instrucciones al segundo jefe abajo. Yo desde arriba tenía un panorama y les iba indicando: ‘estás muy lejo’s, porque desde abajo ellos piensan que están ahí nomás; o los hacía mover, ya que el viento siempre, siempre le tiene que dar en la nuca al bombero nunca adelante, porque se puede quemar o lo puede traicionar el fuego. Vos te confiás que está apagado, caminás por detrás de el, se te viene y quedás en una emboscada.” Tres veces rotó el viento ese día.

Todo el aparato municipal se puso en marcha: recursos hídricos, recursos hidráulico, personal de corralón, de tránsito. Hubo cortes de tránsito y se cerró el acceso de la ruta norte para facilitar la llegada de los refuerzos a la zona, dejando abierto el acceso sur de la Villa.

Ya con un panorama más claro, Camelino fue al lugar del hecho y recién cuando estaba controlada la situación regresó a la estación. A la tardecita volvió a volar, esta vez en un helicóptero “Ya para entonces había focos, pero más controlados” Durante esa noche hubo una guardia que trabajó con mucha más precaución y sobre los focos específicos. Porque en ciertas partes era como una selva y era fácil perderse y desorientarse. De hecho hubo gente que quiso colaborar y se perdió.

A primera hora del otro día se realizó una reunión con las autoridades municipales y a las siete de la mañana nuevamente volaba con un helicóptero-hidro junto con el intendente. “Ahí yo les delimité la zona que quería que había que refrigerar. Arrojaba el agua pulverizada en forma de niebla que rinde más para este tipo de incendios. Quedaba todo totalmente empapado.” El helicóptero tenía que cargar agua de un bañado de la zona de Mar Azul y demoraba quince minutos en ir. Tiró aproximadamente ocho veces agua sobre la zona establecida, cada vez abarcando un espacio de treinta por diez metros.

Se trabajó todo el sábado, el domingo se volció a generalizar otro foco por el incendio subterráneo. En total trabajaron de Gesell 45 bomberos que se fueron renovando. Con todas las compañías unos ochenta y en total entre municipalidad, vecinos y voluntarios unas 350 personas.

Treinta hectáreas de forestación quedaron arrasadas totalmente. El incendió se inició en las inmediaciones de Pueblo Límite, bordeó dos camping y se ramificó hacia el lado de Cariló, llegó hasta el kilómetro 408, casi llegando al circuito de motos de la ruta.

Control y autocontrol

En ningún momento Fabian Camelino pierde la calma. “Te capacitás para eso. El jefe debe estar tranquilo y tranquilizar a los demás que a veces se salen de control por los nervios. A veces hay gritos o insultos, pero hay que dar la tranquilidad. El cansancio, la sofocación, el calor y uno que te esté taladrando la cabeza, tendés a reclamar, siempre hay que aplacar. Yo digo siempre ‘no se grita ni se corre’. El bombero tiene que traer soluciones sino sos parte del problema. El bombero camina ligero no corre.”

Tan sólo una pequeña parte de los bomberos reciben sueldo durante tan sólo dos meses al año: seis en Mar Azul y ocho en el destacamento de Gesell y quince en el Complejo Bailable Pueblo Límite. El resto no recibe dinero alguno por sus trabajos, lo mismo que esos pocos durante los otros diez meses del año. La vocación y el amor al prójimo es lo único que los moviliza. Escribo nuevamente: la vocación y el amor al prójimo es lo único que los moviliza a realizar esta riesgosa y ardua tarea. Tarea que por cierto no respeta hora, ni fiestas ni feriados. Hay quienes hacen rescate en altura, los de accidentología, enfermeros, guardavidas, choferes, etc. Todos con un mismo fin.

Pensamientos en frío

Días después de controlado el incendio de superficie seguía habiendo fuego subterráneo y durante mucho tiempo los bomberos seguían acudiendo a apagar chimeneas. “Arriba veías ceniza, sacábas con una pala un poco de arena y tocábas con la mano y la arena te quemaba, hervía.” recuerda Fabián. Él esperaba una buena lluvia como única solución posible que se hizo esperar durante una semana. Sólo así se controló totalmente la situación. Sin embargo los verdaderos efectos se vieron y ven con el pasar de los días, ya que vegetación que en la superficie parecía no haber sido lastimada se seca debido al calor subterráneo que la afectó.

No es el primer incendio de importancia del jefe de los bomberos, él recuerda uno complicado como fue el del Camping de Ingenieros en Mar Azul, donde hubo dos mil cuatrocientos evacuados. Sin embargo sólo afectó ocho hectáreas.

“Yo lo venía previendo desde hacía mucho. Yo observaba las cosas y veía que cada vez era más grave, más grave. Nosotros teníamos dos salidas diarias en 2004, 2005, cinco a lo sumo. Y ahora vos ves diez, doce, quince diarias. Yo pensaba acá en cualquier momento pasa algo grande.”

Para Fabián Camelino la situación topográfica de nuestra ciudad es muy complicada. “Si llegara haber un incendio en el sur va a ser uno solo, se va a quemar todo. No hay material que sea ignífugo, vos le acercás cierta cantidad de grados y se quema, es más, pasa a ser un combustible.

Habría que escuchar a los que saben del tema. En estas cosas son todos opinólogos, pero en cuestión de seguridad no se puede improvisar.”

Fabián Camelino plantea controles que están al alcance de nuestra ciudad. Desde los controles en las construcciones donde el tiraje de las chimeneas no puede estar pegada a las copas de los árboles; hasta una cuadrilla de Guardaparques municipales controlando con vinoculares, haciendo recorridos con cuatriciclos continuamente y realizando prevención. En cuanto a materiales para combatir el fuego faltaría un unimov y la reparación de uno que está averiado, que aún estando para reparar en el momento de necesidad no se puede utilizar y por ende es como si no estuviera. También les hace falta a los bomberos una escalera mecánica de gran altura para incendios en estructuras. Se necesita hacer nichos con tanques de agua en la zona sur del partido, para tener provisión de agua propia.

No se trata por cierto de un reclamo político ni mucho menos, sino de una realidad que urge y que a la hora de los papeles no es un chiste y se gasta más en la cura que en la prevención.

Lo bueno es que no se cobró ninguna vida, si bien el daño vegetal costará muchos años en recuperarlo. La enseñanza es que más allá de las diferencias se trabajó codo a codo. Es un equipo no es una persona.”

Su voz nos reconforta, nos causa admiración que alguien, por suerte, tenga tal vocación y hable de sus colaboradores con tanta estima.

Nuestras más enteras gracias a su persona, Fabián Camelino y a todos los bomberos de nuestra frágil Villa.