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FIESTA DE INVIERNO ALEMANA


El Pensadero estuvo en la número dieciocho de la Fiesta de la colectividad alemana: la Winterfest, la fiesta del invierno. Es una fiesta totalmente diferente a la que realizan los bolivianos. No mejor, diferente. Aquí las bandas tocaban con vestimenta típica aleman, pero los ritmos variaban desde las canciones tradicionales hasta la cumbia argentina, pasando por ´la felicidad’ de Palito Ortega o chamamé. Cuando estos últimos ritmos sonaban, de los mismos músico con gorrito tirolés, la gente estallaba en alegría a bailar a la pista.

En un rincón se vendían los gorritos, por lo que en muchas cabezas se los podían ver rojos, verdes o negros, rodeados con una trencita en amarillo, rojo y negro, unas flores de tela también y una plumita.

“ Es el principal evento que tenemos en el año” nos dice Carlos Schwarz, presidente de la Colectividad Alemana en Villa Gesell “Es un suceso cultural; el principal propósito es afianzar la cultura ya que paralelamente realizamos un concurso de cuento corto en alemán y en castellano.”

A comer... y beber

El ambiente fue familiar, todos prolijamente sentados en muchos mesones donde comieron el menú de todos los años: una entrada de fiambres alemanes, el plato principal que consistió en una costilla de cerdo, una salchicha alemana acompañado con chucrut y una papa mediana entera hervida; de postre almendrado; ¡ah! y por supuesto canilla libre de cerveza. Dos días previos a la fiesta los de la cocina, dirigidos por Silvio González, empezaron a preparar todo “El chucrut se prepara con repollo cocinado, condimentado con caldo de gallina, aceite, cebolla, pero también panceta ahumada y cuerito de cerdo” nos dice Silvio frente a la enorme olla que en instantes será servida “se sirve así, bien caliente”.

Baile

El grupo de baile alemán este año fue de Temperley. Ellos bailaron danzas tradicionales y particularmente de la región donde vivían sus antepasados, los suabos. Las chicas vistieron una pollera roja larga, un delantal negro, un chal con flores de colores bordadas a mano y una camisa manga corta. El pelo se peina con trenza cocida o colitas con cintas rojas. Los hombres se vistieron con chaleco y pantalón negro y camisa blanca. “Los bailes son de a parejas, la mayoría son rápidos y movidos.” nos cuenta una de las chicas antes de la presentación “dentro del baile nos separamos y nos reencontramos o intercambiamos parejas”. El grupo entra al salón llevando cada uno de ellos un chop de cerveza. El baile es movido y lo bailan con gran alegría, la coreografía varía continuamente. La sorpresa llega cuando dos muchachos enganchados entre sí por los brazos levantan a dos chicas, las hacen girar y sus pies se elevan del suelo en el giro y la cerveza llega salpicando alrededor: los aplausos estallan. Rápidamente el resto del grupo llega para seguir danzando y la fiesta continúa.

“La mayoría, el noventa por ciento viene de afuera” dice Carlos Shwartz “cada persona llena un cupón de su entrada, por lo que esos datos los procesamos y podemos tener una base que nos da esa información.”

Una fiesta que congrega a cuatrocientas treinta personas, alemanas o no, que quieren un espectáculo diferente.

Encontramos a uno de los pocos geselinos que viene a la fiesta, él hace cuarenta años que vive en la Villa y es descendiente de austriacos. Viene siempre acompañado con su esposa. “Desde siempre que venimos, desde hace muchos, muchos años. Todos sentados, todos tranquilos, me gusta el ambiente. Yo soy hijo de austríacos que es como decir Argentina y Uruguay, es lo mismo, el mismo idioma. Esta es música que escuchaba cuando era chico: la cantaban mis abuelos, mi papá y ahora las cantamos nosotros.”

También nos encontramos con el matrimonio Raúl y Alejandra Bergman que vienen a la fiesta, salteado, desde el año ’94 “soy descendiente de alemán” dice Raúl “Me trae reminiscencias de lo que escuchaba cuando era chico, ahora tengo 67 años, asi que hace bastante de esto.” Raúl obtuvo en otras fiestas el segundo puesto de bebedor, cuando esta competencia se realizaba, ya que ahora no se hace más; y su esposa el primer premio “Ahora nos cuidamos más ya no bebemos tanto” dice y lo dejamos sonriendo con sus recuerdos latentes.