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LAS BEBIDAS LIGHT por Giovanni Michenza

LAS BEBIDAS LICHT, "CERO" O LAS AGUAS SABORIZADAS

La sociedad de consumo no nos da tregua, y se la pasa todo el tiempo inventando cosas para que compremos. En otros tiempo cuando alguien deseaba tomar una bebida que no incorpore calorías a su dieta, simplemente se limitaba a abrir la canilla llenar un vaso y beber agua en forma gratuita. Sin embargo parece que ahora no se puede vivir si no tomamos “cocucha light”, “koya cero”, “existir”, “dartany balanza”, u otras marcas menos conocidas en el mercado. Para adelgazar hay que tomar todos esos productos llenos de edulcorantes que de natural no tienen nada y cuyos benéficios para la salud son altamente dudosos.

De acuerdo con mi punto de vista, las bebidas light sólo sirven para controlar la culpa de quienes las consumen. No lo digo sólo yo, mi amigo, el que tiene el restaurante, me contó algo increíble. Según su estadística la mayoría de las personas que consumen bebidas light lo hacen maridándolas con suculentos platos de alto contenido calórico, y postres pantagruélicos. Tal es así que mi amigo en un acto de indiscreción extremo se ha animado a preguntar: ¿Por qué usted toma una bebida bajas calorías, si el resto de lo que ha consumido suma 5000 calorías, y bebiendo una gaseosa común y corriente o una cerveza no va sumar mucho más? La respuesta habitual es increíble: Estoy acostumbrado al sabor, la KK light me parece riquísima. ¡Pobres gentes sufren atrofia del paladar! Las bebidas ligth tienen sabor metálico, artificial, no son naturales y no viviremos 100 años por consumir semejante brebaje! Es más mi amigo el gastronómico también me contó que algunos niños piden a los gritos KK ligth o cero, por que la clásica no les gusta. Ya demasiados problemas odontológicos y descalcificación tenían con el ácido fosfórico (por eso aflojan tornillos) de las gaseosas comunes, para tener que incorporales a la dieta productos artificiales llenos de edulcorantes cuya inocuidad no esta comprobada, es más están bajo seria sospecha.

Según un estudio, publicado por la revista digital International Journal of Obesity, las bebidas light producen un desequilibrio que detecta el cerebro. Al consumir un producto dulce sin calorías, el sistema nervioso dispara la necesidad de ingerirlas, y suele exteriorizarlo con demostraciones de ansiedad, generalmente satisfechas con comida.

Un renglón aparte merecen las aguas saborizadas que entraron en el mercado recientemente para vendernos salud. ¿Cómo, la bebida más sana no era el agua? ¿Ahora hay una súper agua? Perdónenme, pero para mi que nos quieren engrupir.

Recuerdo mi infancia, y la hora de la comida. Siempre en la mesa había una gran jarra de agua que viajaba de las maravillosas napas geselinas hasta la canilla. El agua de nuestro pueblo, y la de muchos otros, es riquísima, sana y gratuita. Sin embargo ahora el agua tiene que venir con algún sabor agregado, y hay que pagar por ella. Es como que se va perdiendo el sano habito de comer con “agua” a secas. Ahora parece que todo el mundo come con alguna gaseosa (ligth o azucarada) o con algún jugo que se prepara con un polvito o concentrado.

Conozco gente que directamente no toma agua. No obstante el agua es lo único que apaga la sed. Aquella sed voraz que llegaba luego de la mancha o la escondida, y que nos encolumnaba a todos los pibes del barrio detrás de la vieja bomba que rechinaba cuando accionábamos su manija. Quien haya tomado el agua del deshielo de una montaña, de un arroyo cristalino, extrayéndola haciendo un cuenco con las manos; sabe que es mentira que el agua es insípida.

No soy especialista en salud humana, pero imagino al agua como el elemento que constantemente se encarga de limpiar nuestro organismo ¿Usted probó alguna vez enjuagar, luego de lavar los platos, o su automóvil, con alguna bebida gaseosa? Seguramente no, porque lo considera poco sensato. Sea sensato con su cuerpo tome bastante agua de la canilla.

Giovanni Michenza, agosto del 2007, Licenciado Matienzo (Prov. Bs As.)