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OFRENDAS DE BOLIVIA


Las lentejuelas plateadas brillan sobre los trajes de un azul francia. Las chicas llevan polleras cortitas, pero con vuelo. Los varones con grandes hombreras hacen sonar los cascabeles de sus piernas. El baile es intenso, pero ellos no parecen cansarse. El que va a delante hace la señal con los dedos, el resto sigue bailando expectante a la orden. El silbato suena y la coreografía comienza, todos juntos en honor a la virgen de Copacabana...

En Villa Gesell existen alrededor de quinientas familias, unas cuatro mil personas de origen boliviano. Nuevamente esta comunidad realizó su fiesta en honor a la Virgen de Copacabana. Este año el clima no ayudó, pero aún así, muchos de nosotros pudimos ver bailes, comidas, música y color de la cultura de nuestro pueblo hermano.

Muchísimas personas se congregaron en el Polideportivo, proveniente de Gesell, de Ostende, de Mar del Plata, de las Toninas. Hubo alrededor de catorce agrupaciones de baile.

La Virgen

La historia comienza en Copacabana, la Isla del Sol, por el 1500. Allí había dos bandos, dos tribus que siempre estaban peleando por el poder de la zona: los aransayas y los unensayas (en aymará). Fue Yupanqui, quién viendo que el pueblo estaba dividido, trató de unificarlos por lo que intentó que todos crean en una misma virgen. Diego Yupanqui tenía en Potosí un primo, que era escultor, un tallador de la época. A él le encargó la creación de una virgen que posteriormente fue llevada a Copacabana donde empieza a ser venerada y logra su objetivo: unificar. Con el tiempo se hizo un gran santuario que para finales de agosto, el día 28, se congregan allí y van de todo el mundo para venerarla.

“Para nosotros la Virgen hay una sola. Cada departamento tiene la suya, pero es la misma, siempre es María” nos dice Raúl Iporre Torres, secretario de la fiesta “Por ejemplo, en Tarija adoran a la virgen de Chaguaia; en Potosí, la virgen de La Candelaria; en Toruro a la virgen del Socavón. Las vírgenes tienen algunas diferencias, pero todas son morenas.”

Bailes

Los grupos de baile son de gran importancia. Existen competencias entre las agrupaciones y se presentan con frecuencia en teatro. La destreza y la coordinación para ir todos parejos lo convierte en todo un arte. La magia que producen es muy especial, ya que cada estilo de música tiene su forma bien diferente de danzar, de golpear el suelo con fuerza o de elevarse liviano, de girar la cadera con gracias o de agacharse como quien trabaja la tierra. Todo tiene un significado y eso se transmite con orgullo y alegría. En Bolivia existen muchísimos bailes pero a continuación nosotros mencionaremos las características de tres de ellos.

Los caporales

Los caporales es una danza folclórica que se desarrolla en Perú y Bolivia. Es original de los hermanos Pacheco de la ciudad de La Paz, quienes tomaron características de los grupos africanos que estaban allí y armaron este baile. Es una sátira a los capataces de esa época, a los españoles. Por ello, aquí vemos a los hombres que llevan las botas con cascabeles que representan el sonido de las cadenas de los esclavos; una babucha que procede de la vestimenta del caribe, chaqueta con amplias hombreras, cinturón, sombrero y látigo, que representa el sometimiento. Las mujeres llevan mini polleras con una enagua que la eleva, chaquetas con mangas amplias, zapatos de taco, sombrero de ala mediana. Ellas llevan el pelo peinado en dos trenzas cocidas que acaban en un tramado de cintas y borlas (ver fotografía). Los trajes son de colores brillosos y fuertes, donde predominan las lentejuelas en dorado y el plateado, representando justamente el oro y la plata.

“Nosotros siempre estamos presentes en fiestas de diferentes culturas como los paraguayos o uruguayos” dice Ismael Mamani que pertenece a los caporales “Nos gusta mantener la cultura, nos emociona la virgen, es una forma de agradecerle. Realmente lo disfrutamos”

Los Tinku

Este baile es también del altiplano y su música sobresalen los instrumentos de viento y su ropa es de lana de alpaca, de llama y de vicuña. La palabra tinku deriva del vocablo quichua que significa ‘encuentro’. Los colores de la vestimenta no son brillantes, pero sí coloridos. Las mujeres llevan una pollera más larga, a la rodilla, con enaguas abajo, las fajas de un escocés de colores, el aguayo, una capita, sandalias, un sombrero con plumas pequeñas y una guasca (que es como un cinto, una soga que balancean cuando bailan). Los hombres llevan un chulo, gorro de lana con orejeras, bien colorido, también pantalones en su mayoría negros, sandalias y una bufanda en los hombros.

Gabriela tiene 18 años y es integrante de ‘Tincu fuerza unida de Otabi’, un grupo geselino nuevo que se presentó en esta fiesta. Está integrado por catorce chicos de las cuales ochos son mujeres “Le pusimos así porque representa al pago de nuestros padres que es Otabi” dice Gabriela “A mí me gusta, tiene mucho movimiento. Es un baile más norteño, más del campo. Si bien no es el baile típico de mis padres, nos pareció lindo y nos organizamos para bailarlo”.

Tobas Amazonas

Quienes lo bailan llevan un pantalón, un short, un chaleco con piel de un leopardo con una garra en cada hombro. Las mujeres tienen una falda corta ajustada de leopardo, una blusa y una lanza. Ambos llevan un sombrero de plumas grandes y altas.

“Representa lo más antiguo de los tobas amazonas, de los indios, que son los dueños de la selva, ellos pueden andar libres en ella.” nos dice Jeremías Mamani de 19 años que es de una agrupación de Valeria del Mar “El baile es saltando, como la gente antigua lo bailaba.”

Puestos

Los puestos se dispusieron, como todos los años en el predio de la Capilla de Copacabana de 107 y avenida 15. No sólo los de la comunidad boliviana expusieron, mucha gente de acá aprovechó la ocasión para ofrecer sus productos. La música provenía de los puestos que vendían CDs: música actual boliviana, que es una mezcla de cumbia que aquí se escucha, con sonidos del folclore boliviano. También se vendían DVDs con videos musicales y películas. Había también puestos de ropa para todas las edades, venta de tortas, choripanes y algunos productos más autóctonos que sí describiremos.

Comida

Muchas veces las cosas típicas de un lugar trasladadas a otro tan lejano pierden cierta exactitud. Sin embargo, lo bueno de estas fiestas es que tenemos un pequeño acercamiento a una cultura muy diferente. Entre aquellas cosas: el baile, del cual ya hemos hablado y por otro la comida. Así es que podemos ver, comprar y saborear cosas muy diferentes a las nuestras. Los canastos en el predio de la Capilla contenían pequeñas papas de color bordó, batatitas violetas, como si fueran zanahorias, fideos dulces, harina de maíces de colores, ají molido, pimentón, ajíes, ajos con pronunciados dientes, maníes con cáscara y mucho más.

Los puestos de comida elaborada en cambio ofrecían: chicharrón de chancho con mote que es maíz pelado que se come con la mano, empanadas, panes, picante de pollo, xais chapaco, api, que es una bebida de color violeta intenso que es como si fuera una mazamorra más líquida que se prepara sobre la base de una harina de maíz colorado, que se sirve bien caliente y que, según nos dijeron, se suele acompañar a las tortas fritas; también se servía ponche de coñac y agua de canela y la infaltable chica.

Todos sabores muy diferentes a los que estamos acostumbrados acá, pero que valió la pena arriesgarse a probar.

Organización

La fiesta como todos los años se realiza gracias a los pasantes. Los pasantes de la fiesta son personas que se hacen cargo de solventar y llevar adelante la organización de una parte de la misma. Así hay, por ejemplo, pasante de souvenires, pasante de medios de comunicación, de la comida, etc. Todo se realiza en forma organizada y con previsión, ya que en cada fiesta se nombran los pasantes de la fiesta del próximo año.

“Cuesta realizar estas fiestas. Estando afuera uno habla cualquier cosa y cuando estás adentro hay que trabajar muchísimo” nos dice que fue presidente de la comisión de la fiesta.

Una fiesta preciosa, de las que hay que apoyar para que sigamos disfrutando y la disfruten otros también. Cerramos esta nota con palabras que nos parecieron importantes retransmitir.

“El primer propósito es llegar a la gente, confraternizar con todos” dice Raúl Iporre Torres que hace dieciocho años que está en Argentina “Creo que ya es tiempo de unificarnos y hacer algo por nuestras necesidades. Si no demostramos esto nuestras raíces se pierden.”