miércoles

Incógnita de noviembre


EL MUNDO DE UN ARTISTA

El personaje a adivinar nos da nuevas pistas para pensar

Alejandro Trigo era el personaje a reconocer en aquel carnet de Vélez Sarfield que era el club al que asistía de pequeño. Sin embargo, como saben quienes lo conocen, Alejandro es sin dudarlo de San Lorenzo. Alejandro es un gran artista que arribó a nuestra ciudad en el año 1976 junto a su mujer, recién casados. “Yo enseguida me enamoré de la Villa. Yo no podía creer que a la noche caminaba por la calle libremente y escuchaba esos parlantes que había puesto Latini. Cuando Latini puso la radio, hizo un circuito cerrado por la avenida tres y vos caminabas a cualquier hora y vos tenías música de fondo.”

¿Un lugar de la Villa?

“Yo viví mucho frente al mar, amo el mar, es lo que me tiene atado acá. Pero también siempre mis escapadas eran por la casa de Don Carlos Gesell. Cuando él todavía vivía yo me metía de noche a los jardines de él, me parecía tan mágico eso. Todo eso cambió mucho, los jardines ya no están, del quincho no quedó nada. Yo recuerdo una mesita que la debe haber hecho el mismo Don Carlos, que era un paisaje hecho con pedacitos de cerámicos, era una especie de barquito que estaba en el mar. Había unas hortensias gigantes o había un ciruelo tan cargado que las ramas caían a modo de carpa y yo me metía adentro, era un placer.

Después de la Villa me gusta el sur, no de Mar de las Pampas, sino de la 140 para allá, porque también se parece a la primera Villa.”

¿Estación del año?

“Yo soy uno de los que se sentía invadido en las temporadas. Por el aluvión de gente que llegaba, que imponía su ritmo, que no respetaba el nuestro. Y otra por el corte. Todas las actividades que tenemos, que son naturales, culturales, se cortan en verano. Y es un corte muy grande, no es unas vacaciones de un mes. Y no me podía encariñar con el verano. Y sí por el contrario, me alegraba con el fin de la temporada, era como si toda la villa respirara hondo. ‘ahora volvemos a lo nuestro, nos reencontramos’. El otoño y la primavera. El invierno no es muy agradable creo que para nadie, no tengo un rechazo, pero...

La primavera, el otoño, ver renacer los árboles, la casa de uno incluso, los colores. El invierno es muy gris, el otoño y la primavera son muy ricas en colores, en verano el sol es tan fuerte que vela todo.”

¿Libros?

“Me encanta leer, leo desde chico. Me interesa mucho los ensayos y el aspecto más filosófico. Después los grandes libros que leí son novelas, son tantos: ‘la tienda de los milagros’ de Jorge Amado, ‘El amor en los tiempos del cólera’ de García Márquez. Durante mucho tiempo estuve signado por un libro que lo leí joven, hoy ya diferente para mí, que fue el lobo estepario de Herman Hesse. ¡Hay tantos! Después la literatura específica de lo que yo hago, hay mucha literatura no solo para el que pinta sino también para el que le gusta mirar pintura. De Kandinsky hay uno que se llama ‘de lo espiritual en el arte’ que hace comparaciones con la música, con la poesía, las frutas, es hermoso. El ‘tratado de la pintura de Leonardo’ por supuesto. Se aprende mucho de Juan Castel que no era un pintor sino un crítico., que habla sobre el impresionismo. Y a mí ese libro me impactó porque se habla mucho del impresionismo y nadie como él aclaró lo que significa; se tiene en general un concepto equivocado de lo que significa. Después Torres García, estructura...”

¿Algunos pintores?

“A mí me resulta un poco odioso elegir algunos, porque la pintura como la literatura es una escalera, un sin fin, pero que cada escalón le debe al de atrás. Desde las cuevas hasta hoy, hay tantos. A mí tipos que me marcaron, que me conmueven aún hoy, de atrás para adelante, pueden ser: Rembrant, que el más grande es Picasso. Porque Picasso enseñó que la pintura es un camino hacia la libertad. Picasso dijo que a los doce años pintaba como Velásquez y dice que le llevó sesenta años pintar como un chico. Qué quiere decir eso, él habla de la libertad, de no atarse a técnicas. Él rompió con todas las pautas pero con fundamento, no por capricho. A mí me maravilla, no sólo su pintura sino él como artista, como actitud de vida, comprometido con el arte, más allá de su vida personal que eso no me importa. Después Van Gogh; argentinos Berni, Xur Solar, Petorutti, Alonso.”

¿Música?

“Me gusta mucho la música, cuando pinto es esencial, siempre tengo música, salvo que esté imposibilitado, como cuando pinto afuera. La música es fundamental en mi vida. E mi casa se escuchaba tango y folclore, a mí no me gustaba. Pero después aparecieron Los Beatles, la música nacional. Pero desde joven y por influencia de algunos parientes aprendí a querer la música clásica. Asi que me gusta desde lo clásico, me gusta mucho el rock, el blus, el jazz, me gusta seres especiales como Serrat, Silvio Rodríguez. No tolero la cumbia villera, no por una actitud discriminatoria, sino porque no me parece música, ni agradable ni nada, lo único que me transmite es rechazo. Pero después todas las músicas tienen algo. Me gusta escuchar variado.”

¿Cine?

“A mí me gustaba mucho ir al cine, cuando vine a Gesell eso se cortó un poco. Por ejemplo los viernes, yo iba al centro de Buenos Aires a algunos cines claves, algunos ya no están, donde pasaban películas que a mí me gustaban. Las italianas, me gustan las películas francesas, ruso, me gusta Kurosawa. Pero después perdí un poco el hilo del cine y me limité como muchos de acá a ver videos y lo que llega. De las ultimas películas que ví, me parece hermosa ‘El gran pez’, me conmovió y a mí el cine americano generalmente no me gusta. La película que más tengo grabada, que es muy vieja es francesa ‘Moderatta cantavile’, era en blanco y negro. Era la poesía transformada en imagen y sonido, una belleza, nunca más pude encontrarla, ni encuentro gente que la conozca.
Yo me formé con las películas que a veces la ibas a ver de nuevo porque había cosas que no te quedaban claras, te obligaban a pensar. Ahí era cuando saboreabas la película, porque no terminaba ahí con el fin, quedaba dentro tuyo, lo discutíamos con amigos...y eso enriquece. Ese cine es como que lo perdí un poco.”

¿Algún objeto preciado?

“Cuando llegué a la Villa vivía en playa entre 116 y 117, no había costanera, todavía había duna costera. Estaban las cortaderas, una playa grande un mar hermoso. Todos los días, casi como un vicio, trataba de ver la salida del sol. Entonces caminaba por la playa y juntaba caracoles. Eso lo hice durante años, durante trece o catorce años, hasta que me tuve que mudar de la playa. Y los guardé, es lo único que tengo guardados: caracoles, los elegía.

A veces me enamoro de objetos, pero al poco tiempo no es que los rechace, pero me canso, no me ato a ellos.”

¿En qué le gusta pensar?

“A mí desde siempre me preocupó la sociedad en que vivo, lo que me rodea. Siempre pienso en la terrible historia de nuestro país, desde que nace hasta hoy. Pienso mucho y con dolor en la involución que hemos sufrido. Yo no sé si esto pasó en otros lados, tengo muchas dudas. La involución de un país como el nuestro fue atroz. Porque yo tuve la oportunidad, cuando me eduqué, cuando era joven, la educación estaba a nivel mundial, entre los mejores del mundo. Se llevaban técnicos a Alemania, Estados Unidos.

La cultura era muy elevada. La famosa calle Corrientes, era cierto que no dormía y yo tampoco dormía. Los viernes al salir del colegio, me iba a caminar, a recorrer librerías, ver los cines. No se hablaba de la salud, había hospitales gigantescos que atendían a todo el mundo y nadie pagaba nada. Pienso en eso y en como se saldrá de eso, porque todavía estamos sumergidos.

Y la otra cosa, que va paralela, yo creo que el artista es antes que todo un ser sensible, sino no podés ser artista. Veo tanta pobreza alrededor. Hace poquito fui a Buenos Aires, yo necesito ver lo que sucede. Y es muy triste lo que sucede y lo entiendo porque a mí mismo me pesa mucho pintar. No tengo las alas que tenía antes de introducirme en una serie y estudiarla, enriquecerla, ilusionar con terminarla y mostrarla, que la gente la vea y opine.
la gente está preocupada por comer, no mira arte, cuelga almanaques o reproducciones, de papel, fotos. Incluso los hoteles o edificios importantes podrían invertir en jóvenes artistas, tener pinturas originales y buenas y baratas. ¡Compran fotos, se las hacen enmarcar y salen más caros que los otros! Vas a las galerías y ves que están los cuadros nada más, va muy poca gente.

El arte está para elevar al ser humano, pero en Argentina está tan en el fondo que no puede pensar en eso. ¿Qué le vas a hablar de colores, de enriquecer tu alma y tu espíritu si están pensando en las lentejas que no tienen?”

En la última exposición de los artistas geselinos que se hizo en el CEMAV, me llamó la atención ver las fechas de los cuadros y la mayoría no era ni de este año ni del anterior, no eran actuales.

“Es lo que te digo pasa en general. Deben ser contados los que pintan satisfactoriamente, con alegría, con pasión, en los momentos que estamos viviendo y rodeados de lo que estamos rodeados. Yo hablando con otros artistas que conozco y les pasa lo mismo. Los materiales con que se trabajan se pagan en dólares, de lo que llega porque algunas cosas son tan caras que no llegan ni siquiera. Es una sumatoria de cosas, pero que afecta por igual a toda una sociedad. En eso es lo que lamentablemente pienso.”


Sentada ahora en la sala de espera del CEDIT veo sus cuadros llenos de colores vivos. En ellos hay realidad pero hay también esperanza, pienso que no todo está perdido. Los observo y las dos señoras junto a mí también los ven y los comentan. Las señoras podrían estar mirando las típicas revistas de moda de sala de espera, pero por suerte, ven cuadros.