sábado

Cerrar los ojos - cuento por Roxana da Penna

¿La vida te puede cambiar en segundos?, Pregunta la voz en mi cabeza, mientras escucho a Liliana hablar, sollozar... todo al mismo tiempo.

- Me dejó así, sin más... me pidió la separación, así... - murmura mirando al vacío.

- Estas hablando entrecortado, me es imposible seguirte el hilo.

Se quedó mirándome sin comprender.

- No me estas escuchando. Me dejó... abandonó. Esta enamorado de otra persona... Dice que no puede seguir fingiendo- Rompió en lloros otra vez.

- Si bien no tengo mucha experiencia en amores engañados, creo que todavía estas a tiempo de reconquistarlo. Está confundido, y necesita tiempo, viste... Escoba nueva, siempre barre bien - intento ser convincente.

Seguro, si cambiara de sexo- el llanto dejó paso a una risita sorna.

Enarco las cejas, abro la boca, se me entumecen las palabras, solo sale un -¿Qué?- tan bajo, que rueda por el suelo, y se esconde en el hueco de la sorpresa.

- Que si fuera hombre... sería más sencillo- dice mientras se mordisquea una uña.

La voz en mi cabeza, entabla un coloquio. Una parte dice que no puede ser, la otra que como no me había dado cuenta... como ella no se había dado cuenta.

No supe que contestar. ¿Cómo se puede engañar, fingir ser algo ò alguien que no se es? ¿Cómo se puede causar tanto dolor gratuitamente?

- ¿Sobreviviré a esto? – exclama, como esperando un milagro.

Puse mi mano en su hombro, tratando de calmarla.

Mantiene la cabeza baja, y en su rostro se dibuja la expresión apocalíptica de una señora a la que mucha gente llama “ afortunada”, que ahora contrasta con la cruda luz de una realidad brutal.

Liliana se levantó como si un resorte la lastimara, empezó a pasearse de un lado a otro de la sala de estar, respirando como un fuelle roto, cada vez más alto, cada vez más profundo.

- Mis hijos... ¿Qué les voy a decir a mis hijos? ¿Qué su padre es gay, homosexual, pu...? Se tapó la boca, para no dejar salir ese secreto, que ya no era tan secreto.

La vi abrazarse a sí misma, como una niña en busca de consuelo.

Por un instante me alejo de sus palabras, pienso en que la perfección no existe, en como iba a extrañar nuestras reuniones, nunca más los cuatro, nunca más las risas, las bromas, las charlas hasta altas horas de la madrugada.

Me siento desolada, muy desolada, y muy egoísta, porque le había ocurrido a ella, a mi amiga querida, gracias a Dios, no a mí.

El resentimiento se refleja en su rostro, como una máscara mortuoria, la barca de las almas resquebrajadas la esta llevando al país del aborrecimiento sin final.

Creo que es hora de irme, no hay mucho más para contar- dijo con expresión amarga.

Me sentí inútil, no podía consolarla. ¿En qué libro de la vida hay un párrafo de quitapesares para esto?

- Aceptar lo inaceptable, reconocer que durante veinte años viví una mentira, que el mundo pasó de largo, y no me di cuenta, que ahora tengo 38 años... no va a ser fácil- sentenció derrotada.

Mordí mis labios, pensé en voz alta –La vida es injusta-

Frunció el ceño e hizo un mohín -¿Injusta?, Quizás me lo merecía, por ser tan incondicional, tan abierta, nunca preguntarle el porqué de las salidas apresuradas, ni de las llamadas a medianoche, ni porqué hacia el amor con la luz apagada, el amor... que estúpida soy... jamás me hizo el amor... solo era un absurdo, un fantoche de marido.

Al mirarla conjeturé que las personas somos como esas muñecas rusas, una dentro de la otra, así la vi, pequeña, muy pequeña, frágil, a la deriva.

- ¿Quién será... le conoceré... siempre habrán sido amantes... es algo nuevo... algo viejo... algo azul?. No quiero saber- Liliana parloteó preguntas, se dio respuestas, como si estuviera sola.

Era una tormenta de melancolía... olas de soledad, intranquilidad, desorden, se adueñan de su cuerpo, y la sumergen en aguas sombrías, mientras yo... su mejor amiga la veo hundirse lenta e inexorablemente en aguas amargas.

¿Nunca hay un fin? ¿ La existencia es un camino trazado con sangre? Tengo las palabras mudas encadenadas entre mis dientes, la lengua atada, mientras ella agoniza entre universos paralelos.

Un silencio profundo se adueñó del cuarto, dos estatuas vivientes, una sufriendo, la otra tratando de buscar un consuelo en ofrenda... a sabiendas que no existía.

- Por Dios, me duele verte así- Es lo único que puedo decirle.

Liliana soltó una carcajada, ladeó la cabeza - ¿Dios?, Dios es un invento... alguien a quien cargar con nuestras miserias, ni nos indica el camino, ni nos traza el destino, uno hace su propia historia de bien y mal. No me hables de él, que hoy faltó a la cita... si existiese, por supuesto.

Imposible encontrar sentido a lo que no tiene sentido, se dio cuenta de ello... yo también.

Miro mis manos, mis dedos entrelazados, la conversación inexistente había terminado, tan abruptamente como había empezado.

- Me voy, es tarde, los chicos deben de estar por llegar, debo preparar la cena, y necesito tiempo, pensar si decirles la verdad, o continuar la farsa hasta sus últimas consecuencias- Abrió su cartera, sacó su lápiz labial, se delineó los labios, luego buscó un pañuelo, y se limpió los restos de rimel que rodeaban sus ojos.

Con una mueca desvaída me preguntó- Así estoy mejor ¿No?

Asentí, sintiendo culpa por no decir nada, por no saber que decir, por no hacer una simple pregunta ¿Tienes miedo, dime como ayudarte?

Me dio un beso en la mejilla, un abrazo muy fuerte, pero al llegar a la puerta giró suavemente, respiró profundo, socarrona - Hay algo que no te he contado... en los últimos dos años, para tener un orgasmo, pensaba en cualquier otro... menos en él. Ya ves, a mi manera, también le he sido infiel.

Alzó el mentón, volvió a suspirar una vez más, salió a la calle.

La veo alejarse en tono desafiante, mientras una llovizna gris desdibuja su figura, al igual que esas viejas fotos sepias, que uno ya no mira más.

Cierro suavemente la puerta y recuesto mi espalda sobre la fría madera, una extraña languidez se apodera de mi cuerpo en un círculo cerrado de confusión, un Deja vú golpetea en mi estómago, provocándome un estremecimiento, un escalofrío de...

Floto hasta mi pieza, me recuesto en la cama, solo quiero dormir, sumergirme en el mundo de los sueños, donde todo es real mientras perdure.

Adormilada, escucho pasos en la habitación, no quiero despertarme, y sin embargo a desgano lo hago.

La sombra alta y delgada de un sol que dice adiós, se proyecta sobre mi esposo, serio, circunspecto.

- Hola- digo acariciándole la mejilla sin afeitar.

- Hola- contesta, mientras esboza una semi sonrisa.

Al observarle, pienso en nosotros entre paredes de caliza, tiene el rostro imperturbable, y la mirada endurecida en la estampa de un entierro.

- Tengo algo que contarte, es más, detesto tener que hacerlo, pero hoy vino Lily, y le ha ocurrido algo terrible.

Me miró como si no estuviera allí, con los ojos bien abiertos, sin siquiera pestañear.

En mi cabeza comenzó a instalarse un intenso dolor, y la sensación de que algo me arrojaba a la banquina del caos.

- Lo sé, tenemos que hablar- hizo una inspiración profunda y calló, como si no pudiera continuar.

Por primera vez en tantos años, vi lo que tanto temía, vi lo que oculté a sabiendas, vi la quimera que me había fabricado, a mi amiga, a mi egocentrismo, y me sentí indefensa, quebrada, ausente.

Me cubrí la cara con las manos, en la ausencia vergonzosa de mi misma, mientras las imágenes espantosas que siempre había reprimido, me golpearon haciendo acto de presencia, y la pregunta que dejé sin respuesta ¿Porqué me estás haciendo hecho esto?

Giré mi cuerpo hacia la ventana, miré como las nubes desflecadas navegaban sin remos al pasar, y me convencí que nada estaba sucediendo, que la mejor manera de que no ocurriera... era hacer lo que siempre había hecho... cerrar los ojos.

Rita

Pensamientos 1: “Cuando lo leí muchas cosas me vinieron a la mente: la hipocresía de algunos matrimonios, la falta de comunicación, los prejuicios. Una de las mujeres piensa en el daño, en cómo se puede engañar, cuando ambas vivían en el engaño y son ellos los que por fin son sinceros. El tema de fondo es el homosexualismo, pero podríamos trasladarlo a un engaño con alguien de otro género, a relegar algo que uno desea y lo oculta, lo posterga, lo niega. Bien contado, me metí en la historia como si estuviera ahí. Me pareció muy actual, muy cotidiano.”

El Pensadero mostró el cuento antes de ser publicamos y pidió opiniones, pensamientos. Éste es el primero ¿Que te hizo sentir este cuento a vos? ¿Estás de acuerdo, en desacuerdo? ¿qué pensás? Envianos un mensaje a elpensadero@yahoo.com.ar y en el próximo número lo publicamos.