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La horma del zapato - Reflexiones sobre los indígenas en el mes de octubre

Octubre, 12 de octubre. Fecha que nos hace hablar a todos de lo mismo desde diferentes ópticas, todas fundamentadas, todas diferentes: la conquista, el genocidio, la invasión, la masacre...

Nuestra ciudad tiene una gran responsabilidad: nuestra mayor fiesta del año (salvando la temporada veraniega) es “La Semana de la Raza”. Todo un tema del que hace tiempo se viene hablando. Hay quienes opinan que debería cambiarse el nombre, que no debiera haber festejo en esa fecha y otras tantas cosas que el lector recordará. Yo, sin embargo, vengo pensando en el tema, en lo más amplio desde hace un tiempo y, para sorpresa mía aún no me decido. Me refiero particularmente a la posición de los indígenas, a su actual situación. Más de uno pondrá el grito en el cielo, pero no se alarmen, la horma del zapato ya sé que me queda grande antes de probármelo y eso que tengo pié...

El asunto es más bien este: ¿qué se debe hacer sobre la situación de los pueblos indígenas que han sobrevivido? Porque desde hace algunos meses y casi por casualidad he escuchado y leído a gente muy diferente tener opiniones bien variadas. Por un lado están los que dice: “los indígenas quieren seguir viviendo como estaban antes y hay que respetarlos”. La respuesta instantánea que se escucha luego de esto es un gran ¡por supuesto! ¡Tienen todo el derecho, pobrecitos! Y yo me quedo pensando ¿Es eso posible? ¿Es posible que vivan como antes, cuando los ríos se contaminaros y los bosques se talaron? Lo que yo creo es que ponerlos en el escalón de pobrecitos es descalificarlos y ponerlos en el de ‘ellos quieren vivir como antes’ es una forma de desentenderse del tema.

También he escuchado a una pionera como pocas decir: “Ellos son argentinos, deben adaptarse a ser argentinos”. Y desde ahí se conectaba el tema anterior. No es cuestión de decir ellos quieren vivir así; si son argentinos como cualquier otro tiene que tener el derecho a una vivienda digna, no tener la medicina de los árboles que ya se talaron, sino a ser abastecido de medicina y educación, bilingüe, pero educación. Para que puedan desarrollarse en el mundo de hoy.

Por otro lado también he escuchado “bueno, pero esto fue una conquista. Y en las conquistas hay perdedores y ganadores, acá y en la China”. Este es otro punto que también se conecta con lo anterior. Un argentino si vive en un lugar sin que sea suyo y paga los impuestos durante diez años, ese lugar le es asignado por ley. Ahora, a los indígenas que hace cientos de años que están ahí, aún después de la conquista, de haber “perdido”, le dicen NO, eso no es suyo muchachos, pertenece al estado, muévanse que lo vamos a vender a los extranjeros o al mejor postor.

Tema complicado, yo no lo niego. Creo, y puedo equivocarme, que no hubo buenos y malos en la historia, en toda la humanidad. Más bien hubo malos y menos malos. Hay algo que los humanos parecen llevar en las venas que es la enfermedad de la que menos se habla: “ansias de poder”. Claro que hay pueblos que fueron pacíficos, pero los que fueron malos, fueron muchos y estuvieron bien repartidos por el mundo y desde el comienzo, acá y allá. Las guerras, la dominación de los pueblos vecinos, de los más débiles se dio desde los romanos hasta los aztecas. De hecho grandes imperios se mantenían con la mano de obra y riquezas de los sometidos. Un poco como hoy.

Con respecto a esto se suele decir que los españoles dominaron por las armas, por las enfermedades que esparcieron y yo creo que no fue así. Los chinos miles de años antes tenían armas impresionantes como misíles y sin embargo, no salieron a conquistar al mundo. Una canción de Joaquín Sabina termina diciendo “no permita la Virgen que tengas poder”. Porque la maldad, la ambición está. Si a eso le agregamos poder, tendremos muchas respuestas. La tecnología es una herramienta más. La ambición es el arma más poderosa y junto a ella su aliada ‘el engaño’. De eso algo hemos heredado a través de generaciones y generaciones y persiste talvez en ‘la viveza criolla o porteña’.

Retomando el punto de partida, yo creo que la opción no es victimizar a los oprimidos, sino integrarlos desde la igualdad de condiciones.

Por último, quiero agregar una última frase que escucho siempre “pobres indígenas ¿viste cómo viven?” Yo creo que no solo nos tenemos que ocupar de los indígenas que para nada niego que vivan mal, pero acá también hay muchos que viven igual o peor. Acá. Yo los veo pedir comida, pedir ropa, inundarse sus casas con la lluvia. Acá, no en la selva de no sé dónde. Las dos cosas están mal. Vuelvo a decir: las dos cosas están mal. Pero no me gusta la hipocresía de desgarrarse las vestiduras por los indígenas en meses como este y olvidarse de los que viven acá todo el año, sólo por el hecho de que no sean descendientes de conquistados.

Ya lo sé por adelantado: me probé el zapato y no sólo que no me va, sino que la carroza es un zapallo y los caballos ratones. Aun que no estés de acuerdo ¿Vos que pensás?
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